Un intermediario es alguien que actúa como intermediador entre dos o más individuos u organizaciones. De este modo, se encarga de vincular a las diferentes partes.
Por ejemplo: «El jugador chino llegó al club a través de un intermediario iraní que se encargó de ofrecer sus servicios», «El gobernador se comprometió a ser el intermediario entre ambos intendentes para tratar de acercar sus posiciones«, «Si tu jefe quiere decirme algo, que venga él en persona y no envíe a ningún intermediario».
Por lo general se le dice intermediario al agente o representante de un deportista. El intermediario se encarga de negociar los contratos, por lo cual es el nexo entre el jugador y el equipo.
Muchas veces el intermediario está a cargo de la gestión de la carrera de muchos jugadores. De este modo, puede contactarse con los dirigentes de un club y ofrecerles los servicios de varios de sus representados.
La idea de intermediario, de todos modos, aparece en múltiples contextos. Puede decirse que una inmobiliaria es una firma que actúa como intermediaria entre los propietarios de una serie de inmuebles que listan en su catálogo y aquellas personas que desean alquilarlos o comprarlos. Un supermercado, en tanto, es intermediario entre los productores y los compradores. En ambos casos, el intermediario obtiene un beneficio económico (que puede conseguir a través de una comisión o de la diferencia de precio al comprar y vender).
Los intermediarios, por último, pueden ser sujetos que alguien envía a negociar algo o a llevar un mensaje. Es posible que un gobierno envíe un intermediario a otro país para reunirse con sus autoridades y desarrollar algún tipo de negociación.
Resumiendo todo lo expuesto hasta el momento, podemos decir que la figura del intermediario tiene muchas formas, que varían en gran parte de acuerdo con el ámbito en el cual aparecen. Por un lado tenemos al intermediario legal, que puede ser tanto una persona física como una empresa, y lleva cabo tareas muy específicas para las cuales ha recibido un entrenamiento académico que le permite saber exactamente cómo proceder a cada paso, respetando ciertas normas. Esta figura no puede improvisar su accionar, sino que se debe regir por las leyes vigentes de la región en la que se desempeña.
Por otro lado tenemos la figura del intermediario que prácticamente cualquier individuo puede asumir en una situación en la que dos o más personas le pidan que actúe para ayudarlas a resolver una determinada situación. En este caso, las reglas las ponen los participantes, de manera que pueden ser diferentes cada vez, incluso en el mismo grupo. Por esta razón, el rol de un intermediario fuera del ámbito legal puede cumplir un sinfín de funciones, que van desde la mera transmisión de un mensaje entre dos partes hasta el apoyo sentimental para solucionar un problema de pareja.
Pero dicho esto llegamos a un punto importante con respecto a la percepción que la gente tiene de este concepto: si bien es absolutamente necesario en un gran número de contextos para completar diversos procesos, en el habla cotidiana es posible asignarle una connotación negativa si se trata de un «recurso» que utiliza una de las partes para evitar el contacto directo con la otra. En uno de los ejemplos del segundo párrafo una persona se queja de que el jefe de su interlocutor lo haya enviado como intermediario y expresa la necesidad de hablar directamente con él.
Es importante entender que en este y otros muchos casos el intermediario no es una figura negativa en sí misma, sino que el problema reside en la falta de voluntad de una de las partes de comunicarse cara a cara.