Laudo es un concepto que se utiliza en el ámbito del derecho para nombrar a la resolución dictada por un árbitro o un amigable componedor que permite dirimir un conflicto entre dos o más partes.
El fallo del árbitro puede compararse con la sentencia que dicta un juez, aunque la jurisdicción de éste se encuentra fijada por la ley y la jurisdicción del árbitro se halla en la autonomía de la voluntad. Esto quiere decir que la decisión del árbitro debe ser aceptada por las partes para que el litigio se resuelva.
Por lo general, las partes en conflicto firman un acuerdo antes de acudir a la mediación del árbitro a través del cual se comprometen a aceptar y acatar el laudo que se proponga como resolución del conflicto.
Características de un laudo
El laudo, por lo tanto, no está obligado a fundamentarse en el derecho. Las partes pueden acordar previamente que el arbitraje se centre en criterios de equidad, más allá de lo jurídico. La ejecución de un laudo arbitral, de todas maneras, requiere de un juez que ordene la mediación.
Algunas de sus características principales son las siguientes:
- Es vinculante y obligatorio.
- Quien asume el rol de árbitro tiene pleno ejercicio de lo referente a la jurisdicción, aunque esto sólo sea válido temporalmente (su poder empieza al aceptar su cargo y termina una vez que plasma su decisión final en el propio laudo).
- El laudo sólo puede contener las cuestiones directamente relacionadas con la controversia a tratar por el árbitro, un límite similar al que se debe respetar en una corte, ante un juez.
Con respecto al último punto, es importante tener en cuenta que si se ponen en disputa o se tratan de alguna manera ciertos puntos que no se encuentren dentro del marco de la controversia que da lugar al arbitraje, entonces éste debe ser necesariamente anulado.
Decisión del árbitro
La decisión final de un árbitro debe ser fundamentada; es necesario que las razones y motivaciones que llevan a la confección del laudo puedan ser dispuestas como piezas lógicas que expliquen y apoyen la decisión sin posibilidad de dobles interpretaciones y sin dar lugar a la sospecha de una actitud de tipo favoritista.
Las dos partes del litigio deben ver en el laudo una decisión acertada y respetable, que se apoye en la justicia y que busque una solución transparente, basada en la equidad.
La existencia de laudos y arbitrajes se remonta a la antigüedad, ya que se trata de mecanismos de resolución que funcionan con independencia de los ordenamientos judiciales y sociales. El laudo siempre ha permitido resolver conflictos de manera extrajudicial, con distintos alcances y garantías.
Tipos de laudos
Es posible distinguir entre diversos tipos de laudos, como los laudos de derecho, los laudos de equidad, los laudos totales, los laudos parciales y los laudos definitivos, por ejemplo.
El laudo total es aquél que logra resolver todos los puntos que dieron lugar al litigio, mientras que el parcial se da cuando tan sólo uno o algunos de los puntos de la demanda reciben una solución. El laudo definitivo (o firme) es aquél en el cual se encuentran todos los puntos legales controvertidos que fueron sometidos al tribunal arbitral, así como cualquier decisión que éste haya determinado de manera definitiva sobre cuestiones o sustancias procesales o de su competencia y que haya calificado como laudo.
Un laudo consentido tiene el fin de elevar una transacción en la que intervienen dos partes a un laudo; en otras palabras, busca darle un título ejecutivo a la misma. Cuando una de las partes se niega a participar del proceso y el tribunal arbitral no tiene otro remedio que hacer su trabajo sin su presencia, por último, se habla de laudo en rebeldía.