La memoria histórica se construye en calles y plazas.
Memoria histórica es un concepto que se emplea en el terreno de la historiografía para aludir a las iniciativas desarrolladas por una comunidad o un grupo social con la finalidad de conocer, difundir y valorar su pasado. Este esfuerzo contribuye a la construcción y el fortalecimiento de la identidad y brinda recursos para entender el presente y proyectar el futuro.
Puede decirse que la memoria histórica surge a partir del recuerdo colectivo. A través de ella se le otorga un determinado valor simbólico a acontecimientos que tuvieron lugar décadas o siglos atrás.
Lo que hace la memoria histórica es rescatar ciertos sucesos pretéritos, vinculándolos al presente a través del devenir de la historia y generando un sentido de pertenencia en las generaciones de hoy. De este modo se establece una continuidad que enlaza el pasado y el presente.
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ResumenCaracterísticas de la memoria histórica
La memoria histórica se construye a través de la participación comunitaria. Trasciende la interpretación académica de la historia, ofreciendo un relato que puede coincidir, o no, con el oficial.
El pasado al que alude la memoria histórica puede contener componentes ficticios o idealizados. Su desarrollo tiene un propósito: es decir, no se limita al registro de los hechos. A diferencia de la historia (o, al menos, del objetivo formal de dicha disciplina), es selectiva y parcial.
Mientras que la historia es analizada y divulgada por profesionales (los historiadores) en bibliotecas, archivos nacionales, museos, academias y establecimientos educativos, la memoria histórica se basa en la intervención ciudadana. Aunque puede plasmarse de manera material en monumentos y documentales, su fuerte es el patrimonio inmaterial: testimonios orales, conmemoraciones públicas de efemérides, etc.
En la memoria histórica suele haber mitos fundacionales, héroes nacionales y villanos históricos. Ese pasado reconstruido colectivamente -y muchas veces manipulado- puede impulsar desde acciones de resistencia hasta revoluciones y movimientos de independencia.
El olvido y el negacionismo se combaten con memoria histórica.
Respuesta a la invisibilización
El desarrollo de la memoria histórica suele tomarse como una manera de revertir la invisibilización de determinados acontecimientos e incluso de grupos sociales. Aunque existe el revisionismo histórico, suele decirse que la historia la escriben «los que ganan». La memoria histórica está asociada a un activismo que apunta a eliminar estereotipos y devolverle el protagonismo a quienes fueron eliminados de la visión dominante, avalada por la academia y el Estado.
Los obreros, los perseguidos políticos, las comunidades indígenas, las minorías étnicas y las mujeres, por ejemplo, generalmente no ocupan un rol protagónico en los grandes relatos de la historia. Quienes impulsan la memoria histórica buscan incluirlos en la narración del pasado y mostrar sus aportes a la identidad colectiva.
En este contexto, la memoria histórica es particularmente importante en países que padecieron dictaduras. Los gobiernos totalitarios suelen tratar de construir una nueva identidad cultural y social en base a sus intereses y necesidades, eliminando (ya sea física y/o simbólicamente) a quienes se oponen a sus designios. La caída de regímenes de este tipo y la recuperación de la democracia permite devolverles la voz a los supervivientes, establecer sitios de memoria y concretar otras reparaciones. Hay que considerar que conocer el pasado es el único camino posible para no repetirlo y para que los responsables de genocidios y otras atrocidades respondan ante la justicia por sus actos.
La memoria histórica puede prescindir de la investigación académica.
Importancia de la memoria histórica
Como ya hemos señalado, la memoria histórica es importante para que las generaciones actuales tomen conciencia de sucesos del pasado que permanecieron ocultos o fueron narrados solamente según la mirada de los poderosos. De manera simultánea, este proceso de reconstrucción colectiva de la historia ayuda a forjar y fortalecer la identidad de un pueblo y puede motivar decisiones y acciones políticas.
Tomemos el caso de Argentina. La dictadura cívico-militar que asoló a la nación entre 1976 y 1983 basó gran parte de su accionar en acciones clandestinas. No existen registros estatales del secuestro, fusilamiento y posterior desaparición de los cuerpos de miles de personas, así como tampoco hay documentos oficiales que den cuenta del robo de bebés con supresión de identidad de los descendientes de desaparecidos. Esa clandestinidad, sumada a la voluntad de eliminar el pensamiento y el producto del trabajo de los opositores, hicieron que trabajar en la memoria histórica sea imprescindible con la recuperación de la democracia.
En este marco, las asociaciones de derechos humanos apostaron -incluso en los tiempos de la dictadura- a recuperar la memoria de las víctimas e informar los delitos de los gobernantes de facto y sus cómplices. Gracias a la memoria histórica, las Abuelas de Plaza de Mayo lograron recuperar más de 130 nietos, a quienes les restituyeron su verdadera identidad. Se trata de personas que nacieron en cautiverio y fueron entregadas en adopción, ocultándoles su realidad. La memoria histórica en Argentina también permitió identificar y marcar espacios que funcionaron como centros clandestinos de detención.
Si pensamos en Estados Unidos, por otro lado, diversos movimientos civiles contribuyeron a la memoria histórica para subrayar cómo el racismo y la esclavitud configuraron la fisonomía y la estructura del país, muchas veces sin ningún tipo de reconocimiento a las víctimas ni a sus descendientes que aún padecen las consecuencias.
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