La metalografía es la disciplina dedicada al análisis de las propiedades y la estructura de los metales y las aleaciones. El concepto también refiere a la práctica que consiste en el desarrollo de dicha clase de estudio.
Procedimiento
El primer paso consiste en realizar un corte. Luego se hace un montaje y se lleva a cabo un trabajo de pulido y descarte. La finalidad es que el material quede limpio y con el acabado apropiado para proceder a la investigación metalográfica.
La labor de la metalografía continúa con el análisis en sí mismo, que implica una acción química para que la estructura del metal quede al descubierto. Finalmente se procede a la observación en un microscopio.
Con respecto al pulido metalográfico, comienza por la preparación de la superficie. Luego llega el desbaste grueso, para el cual se usan varios números de papel de lija, de mayor a menor tamaño de grano. Con ayuda de una rueda giratoria y sustancias abrasivas cuidadosamente escogidas, se aplica el desbaste fino, que deja la superficie lisa.
Utilidad
Gracias a la metalografía, es posible obtener datos acerca de las características mecánicas, químicas y físicas de los metales. Para esto se toman muestras del material a explorar y se las somete a un examen metalográfico.
A través de la metalografía, en definitiva, se indaga en la microestructura de los metales y de las aleaciones metálicas. Sus aportes permiten conocer cómo es la composición atómica y química y la distribución espacial de las fases y los constituyentes.
Microestructura
La microestructura suele definir las propiedades macroscópicas; las cualidades térmicas y la resistencia a la tracción, por ejemplo, mantienen un vínculo directo con la microestructura. Por eso la metalografía resulta clave a la hora del desarrollo de materiales para la industria.
Al conocer la microestructura de un metal, es posible anticipar cuál será su rendimiento en diferentes contextos. Así la metalografía contribuye a asegurar la fiabilidad de un material.
Incluido
El incluido metalográfico es una muestra que ha sido cortada y se trata con resina para su futura manipulación y almacenamiento. Este tratamiento con resina se puede hacer tanto en frío como en caliente. En el primer caso, se suelen añadir un catalizador en estado líquido y un polvo de resina, mezclarlos bien y verterlos en un molde junto con la pieza que se desea incluir (nótese que ésta debe colocarse antes de la mezcla). El molde debe llenarse por completo, hasta el tope.
Por otra parte, también se puede hacer el incluido metalográfico en caliente. Para este procedimiento se necesita una máquina conocida por el nombre de incluidora, la cual cuenta con una resistencia que sirve para calentar la resina (que solamente contiene un componente reactivo) hasta que se derrite por completo.
Una de las ventajas de la inclusión en frío es que se puede trabajar con muchas piezas en un plazo de tiempo razonable. También permite usar moldes de formas muy variadas. Sin embargo, una desventaja es que la consistencia de este tipo de incluido metalográfico es menor que en caliente, además de que dificulta trabjar con exactitud los valores de tolerancia del diámetro de embutición (el proceso para obtener piezas huecas partiendo de metal).
Con respecto a las ventajas de la inclusión en caliente, podemos decir que ofrecen una calidad de embutición excelente, así como una dureza mucho mayor a la que se obtiene mediante el procedimiento en frío. De modo similar al anterior, este método toma muy poco tiempo. Pero también hay algunas desventajas o contraindicaciones que debemos mencionar: no se aconseja para proyectos que requieran un gran número de muestras por día de trabajo, ni para las piezas de gran sensibilidad al calor o de especial fragilidad.