En el inglés es donde podemos establecer que se encuentra el origen etimológico del término mitin que ahora nos ocupa. Exactamente procede de «meeting», que puede traducirse como «reunión» y que deriva a su vez del verbo «meet», que es sinónimo de reunir. No obstante, no hay que pasar por alto que este vocablo emana de la raíz germánica «moet», que es equivalente a «conversar».
En el castellano no se aceptó el término mitin hasta principios del siglo XX. En concreto, eso sucedió en el año 1914 cuando fue incluido en el diccionario de la RAE.
El concepto de mitinen algunos países se acentúa en la segunda I (mitín). El término hace referencia a un encuentro público en el cual una personalidad pronuncia un discurso ante los asistentes.
Entre las palabras que pueden funcionar como sinónimos de mitin nos encontramos con asamblea, reunión, charla, arenga, concentración, junta o sermón, por ejemplo.
Los mitines suelen ser reuniones políticas. Allí los dirigentes se expresan sobre diversos temas y dan a conocer sus opiniones o proyectos, mientras el público escucha sus alocuciones y, en ocasiones, realizan preguntas o comentarios al respecto.
La idea de mitin también se usa para aludir a la declamación que se realiza en este tipo de eventos. A la acción de decir un mitin se la conoce como mitinear, mientras que un mitinero es alguien que actúa como en un mitin.
Puede entenderse al mitin como una presentación con fines persuasivos, ya que apunta a lograr seguidores o adeptos. Por eso la exposición busca ser convincente y generar una toma de posición por parte del oyente.
Cuando se inicia la campaña por la proximidad de unas elecciones es habitual que los distintos partidos políticos que concurren a las mismas organicen mitines por la geografía del lugar donde se van a celebrar aquellas. Así, aprovechan esos para dar a conocer los principales aspectos de su programa, para hablar de los temas que más preocupan a los ciudadanos e incluso para rebatir las opiniones de sus contrincantes.
Se considera que para que un político realice un buen mitin debe transmitir confianza a quienes acuden al mismo, debe dejar patente su liderazgo, tiene que dar a conocer la ilusión que posee en su proyecto y debe generar credibilidad. Y para alcanzar todo eso debe intervenir con un discurso que sea claro, concreto, coherente y convincente.
Los mitines además pueden funcionar a modo de estrategia para organizar y promover levantamientos, revueltas o revoluciones. Muchos de los movimientos políticos que se desarrollaron entre los siglos VIII y XIX nacieron en mitines.
Es importante mencionar que, en ocasiones, la noción de mitin se usa de manera despectiva, sobre todo en ámbitos donde la política partidaria debería estar ausente o resulta conflictiva. Por ejemplo: «Esto no es un mitin, es una oficina: aquí venimos a trabajar», «Las autoridades pretenden convertir el Ayuntamiento en un mitin, no entienden que están a cargo de la gestión del Estado», «Por culpa del tío Edgardo la cena se transformó en un mitin».