
Una opinión puede generar coincidencia o discrepancia.
Una opinión es un juicio que se forma sobre algo cuestionable. La opinión -término que procede del latín opinio– también es el concepto que se tiene respecto a algo o alguien.
Por ejemplo: «En mi opinión y a pesar de ciertas críticas, se trata de un gran pianista», «Paula tiene una opinión poco favorable sobre mis amigos», «Manuel me dio su opinión acerca del problema y creo que tiene razón».


La opinión según los filósofos
Para la filosofía, la opinión es una proposición donde no se tiene la confianza total sobre la verdad del conocimiento. Esto supone que la opinión admite la posibilidad de error ya que no hay evidencia plena. En este sentido, la opinión se considera como una afirmación con menor evidencia de la verdad que una certeza.
La opinión, de todas maneras, suele asociarse a los juicios subjetivos. La frase «Este coche tiene cuatro ruedas» no es una opinión ya que puede contrastarse frente a la realidad del coche. En cambio, una frase del tipo «Este es el mejor coche de la actualidad» es una opinión porque depende de lo que el emisor de dichas palabras espere de un coche, de sus conocimientos técnicos y de una serie de cuestiones muy personales.

Un artículo editorial da a conocer una opinión.
La era de la Red
Si intentamos representar el concepto de opinión en un dibujo muy sencillo, podríamos ubicar a dos personas frente a un producto, cada una emitiendo un juicio subjetivo diferente. Habiendo comprendido esto, sería posible estudiar las posibles consecuencias de dichas declaraciones: la diversidad ideológica puede enriquecernos pero también generar violentos enfrentamientos. En este cuadro se pinta una situación que bien pudo tener lugar hace décadas, o siglos, dado que en él falta el elemento que modificó todos los aspectos de nuestra vida: Internet.
Actualmente cualquier persona puede dar a conocer su punto de vista o perspectiva sobre el tema que se le ocurra. No importa si detrás de la opinión hay un razonamiento profundo, una evaluación exhaustiva o una conclusión con sustento: un internauta puede difundir su postura y sumarse al debate online.
Esta democratización de la opinión, sin dudas, tiene muchos aspectos positivos. No obstante, también habilita la discusión sin argumentos. Esto facilita que ciertas personas, por motivos que no tienen que ver con sus conocimientos ni con su capacidad, ejerzan una notoria influencia sobre millones de usuarios.

La libertad de expresión es indispensable para que exista una pluralidad de opiniones.
Comprar en base a las opiniones
Es posible encontrar una muestra de la relevancia de las opiniones online al considerar la compra de un producto. Hasta comienzos de los años 90, los consumidores éramos individuos casi completamente pasivos que, cual sujetos de estudio, rellenábamos sin saber las extensas y detalladas páginas de los análisis de mercado, comunicando tácitamente nuestras necesidades y tendencias. Productos de poca calidad, mal acabados o, incluso, publicitados con una estrategia engañosa podían resultar muy exitosos, dado que el boca a boca no es más veloz que el consumo compulsivo.
Todo eso cambió con Internet, pero ¿se trata de un cambio positivo? Hoy en día, pocas personas se aventuran a realizar una compra sin antes buscar opiniones de otros compradores; siempre tiene que haber un precursor, pero generalmente se trata de gente con un cierto nivel de conocimientos específicos, que le permite discernir entre una buena oportunidad y un fiasco. De todos modos, son muchas veces los entendidos quienes, luego de estrenar el botón «comprar», escriben una útil reseña acerca de su experiencia con el recién adquirido producto.
¿Qué puede haber de malo en este sistema automatizado de opiniones? Si se mantiene un cierto grado de objetividad, probablemente nada. El problema se da cuando una persona asegura que un producto es «excelente» y la siguiente, que es «chatarra». Esto es una constante en cualquier sitio Web que ofrezca la posibilidad de opinar, y actualmente todos la ofrecen.
Estamos atravesando una era en la que todos podemos publicar nuestras ideas acerca de las cosas y de otras personas, sin importar si lo hacemos con seriedad y fundamentos, o simplemente para molestar y confundir a los lectores. Es necesario que las compañías comiencen a moderar esta actividad, para que la fracción de información útil presente en los comentarios pueda ser finalmente aprovechada. Nintendo lo hizo en su momento con su red social Miiverse, indicando si los usuarios poseen o no los juegos sobre los que opinan.
Los medios de comunicación
Así como desde hace varios años los blogs, los foros y los comentarios en sitios web constituyen un espacio público para la difusión de opiniones, los medios de comunicación masiva cumplen ese rol desde hace décadas. Por sus características, sin embargo, la televisión, la radio, los diarios y las revistas no permiten que todos los individuos que lo desean puedan opinar libremente, sino que la publicación de mensajes se encuentra regulada por periodistas, presentadores, editores, etc.
De hecho, hasta el auge de Internet, uno de los «poderes» que tenían los medios era su influencia en el debate político y público en virtud de su línea editorial o su postura ideológica. Aunque cualquier persona podía enviar una carta de lectores a un periódico o llamar por teléfono a una radio, la opinión con mayor trascendencia y difusión era la del comunicador. Si bien eso se mantiene en cierta forma, hoy la Web obliga a los medios a abrir el juego y a dar más espacio a la ciudadanía en general.
La opinión pública
Se conoce como opinión pública a la estimación general de una población acerca de un asunto determinado: «El presidente no ha escuchado a la opinión pública», «La opinión pública exige respuestas ante los problemas de inseguridad».
Puede decirse que la opinión pública es algo abstracta, ya que sólo puede recogerse mediante encuestas o trabajos similares. Los medios de comunicación son uno de los principales formadores de esta consideración colectiva dado que el tratamiento que realizan de la actualidad incide en el pensamiento de la sociedad. Pero, como ya indicamos, el ecosistema virtual -sobre todo las redes sociales- hoy también es clave en la conformación de la opinión pública.
Ejemplos de opinión
La opinión se basa en la subjetividad. «Lionel Messi es el mejor jugador de fútbol de toda la historia» es un ejemplo de opinión. Otras personas pueden atribuirle esa calificación a Cristiano Ronaldo, Diego Maradona o Pelé, por mencionar algunas posibilidades.
Uno de los aspectos centrales para defender una opinión es respaldarla con datos objetivos. Así la opinión trasciende el marco de las creencias y supone el resultado de una reflexión. Volviendo al ejemplo mencionado, el sujeto que lo definió a Messi como el mejor futbolista de la historia puede enumerar que ganó el Balón de Oro en ocho oportunidades, que la FIFA lo eligió como mejor jugador también en ocho ocasiones y que levantó la Copa del Mundo, la Copa América, la Liga de Campeones de la UEFA, la Liga española y la Copa del Rey, entre muchos títulos más.
Otras opiniones, en cambio, tienen menos fundamentos y se construyen a partir de una percepción, una impresión o incluso una emoción. Por ejemplo: «El guiso de lentejas que prepara mi abuela es el más rico», «No existe alguien tan bondadoso y solidario como mi hijo».