Neocolonialismo es una noción que se forma con el elemento compositivo neo- (que refiere a lo «nuevo») y el sustantivo colonialismo (la doctrina que apunta a instaurar y dirigir colonias). Antes de avanzar, es importante mencionar que una colonia es una región que se encuentra bajo el control de una potencia extranjera.
La idea de neocolonialismo, por lo tanto, alude a una influencia excesiva o una supremacía que ejerce un país poderoso, una empresa multinacional o una antigua potencia colonial sobre una nación subdesarrollada. El neocolonialismo suele registrarse en el terreno económico.
Puede entenderse el neocolonialismo como un tipo de colonialismo donde la dominación no requiere el uso de la fuerza, sino que se establece a partir de injerencias políticas o de intervenciones en la economía. La globalización, en este marco, suele favorecer esta clase de procesos que se basan en la hegemonía.
El neocolonialismo incluso puede registrarse a partir de la existencia de una elite que, gracias a ostentar un poder real o simbólico, se impone sobre un amplio sector de la población.
En sus orígenes, el neocolonialismo surgió con el mantenimiento de las estructuras económicas de las colonias pese a la liberación política. Las excolonias, de este modo, seguían dependiendo de las metrópolis por su necesidad de importación y por carecer de capital y de recursos técnicos para impulsar su producción.
Con el tiempo, el capitalismo forjó métodos para que la explotación no requiriese la invasión ni la anexión territorial. A través de estrategias políticas y de medidas económicas apareció un neocolonialismo que sigue manteniendo a muchos pueblos en una posición de subordinación.
A continuación hablaremos en detalle de algunas de las partes del mundo que se encuentran bajo este tipo de influencia excesiva. Comencemos por el continente africano. Sus pueblos deseaban independizarse de la invasión europea que había derivado en varias colonias, en parte gracias a la inspiración que les supuso el éxito que India había conseguido en este mismo aspecto pero también por el resentimiento que en ellos crecía a causa del maltrato al que los sometían.
Por otra parte, luego de la Segunda Guerra Mundial surgieron dos potencias, Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Soviéticas, las cuales tenían intenciones de influir fuertemente en África a pesar de no haber formado parte de la invasión, la división en territorios y la dominación que se conoce con el nombre de repartición de África. Por lo tanto, usaron todos los recursos que tenían a sus disposición para llevar adelante su mercado de fabricación de armas, propagar su ideología y controlar la región desde el terreno económico.
África accedió a cuantiosos préstamos de dinero para cubrir necesidades tales como la educación y alimentación de sus pueblos y la transición a la modernidad en ámbitos tales como la tecnología y las comunicaciones. Fueron diversos bancos y países quienes les otorgaron estos recursos económicos. Lamentablemente, algunos dictadores los desperdiciaron y consiguieron reducir las posibilidades de su gente de vivir en total libertad, lejos de las influencias del neocolonialismo.
Pasemos al neocolonialismo que se aprecia en el continente asiático. Rusia se convirtió en una potencia gracias a haber conquistado Siberia y Turquestán. En el año 1914, su Imperio cubría alrededor de 16 millones de kilómetros cuadrados, lo que le supuso el título del más grande del mundo. Sus intentos de conquistar Siberia comenzaron a finales del 1500 y tomaron mucho tiempo porque debían estar atentos al frente europeo de sus dominios; recién pasada la Guerra de Crimea (que terminó en 1856), se enfocaron nuevamente en Asia.
Uno de los obstáculos que debieron enfrentar en su cuestionable empresa fue la presencia del hielo, que invadía el litoral del Pacífico durante un tercio del año. Por esta razón, preferían zonas más cercanas al sur del continente.
