Opulencia es un término que procede de la lengua latina (opulentia) y que hace referencia a la fortuna o a un amplio caudal de ciertos recursos. Aquel o aquello que disfruta de la opulencia recibe la denominación de opulento.
Por ejemplo: “Durante años hemos vivido en la opulencia: ahora debemos acostumbrarnos a la escasez”, “La opulencia que disfruta la ciudad gracias a los ingresos petroleros es innegable”, “No necesito vivir en la opulencia para ser feliz”.
La opulencia como riqueza material
La opulencia, por lo tanto, se asocia a la riqueza material. Contar con una gran cantidad de dinero o de propiedades hace que una persona viva en la opulencia, ya que tiene un sobrante de recursos. Esto quiere decir que, aquel que es opulento, puede desprenderse de diversos bienes sin volverse pobre y sin sufrir de necesidades insatisfechas. En otras palabras: la opulencia implica tener más de lo que se necesita.
Puede estimarse la opulencia a nivel personal o social. Un país o una región disponen de opulencia cuando logran que ninguno de sus habitantes sufra carencias materiales. La teoría indica que una zona opulenta tiene recursos para distribuir y repartir entre todas las personas, aunque en la práctica esto no suele concretarse. La política económica es la responsable de garantizar una distribución de los recursos justa y eficiente.
La disponibilidad de recursos
La opulencia es una situación que se encuentra más cerca de la teoría que de la práctica, un concepto que si fuese posible llevar a cabo en todos los países del mundo acabaría con la mayor parte de los problemas de la humanidad y que permitiría un desarrollo más parejo y justo de nuestra especie. Aunque, dado que no se tienen referencias de una realidad tal en ningún punto de la historia, también es posible que la ausencia de carencias materiales a nivel mundial causara más destrucción de la que podamos imaginar.
Tenemos sobradas pruebas de que los seres humanos tendemos a desaprovechar los recursos, ya sea por falta de información o por ambición desmedida. Somos la única especie que parece necesitar de la escasez de algunos para mantener el equilibrio, del sufrimiento de miles de millones para la tranquilidad de unos pocos miles. En pocas palabras, la opulencia de un país o, más aún, de todo el planeta podría darse en un abrir y cerrar de ojos, si realmente fuese el objetivo de nuestra especie.
Un club de fútbol, por su parte, puede acceder a la opulencia si consigue vender a varios de sus jugadores por mucho dinero. Transformar esta opulencia circunstancial en una riqueza que se mantenga en el tiempo será responsabilidad de sus dirigentes.
Etimología del término opulencia
Ahondando más en la etimología de la palabra opulencia, podemos determinar que el sufijo presente tanto en su raíz latina como en el vocablo castellano de la actualidad es –ia, que en principio se unía al adjetivo opulentus (que se puede traducir como rico), el cual a su vez derivaba de ops (el genitivo del término opis, que significa recursos, abundancia, fuerza, riqueza) y el sufijo –ulentus, correspondiente a la abundancia.
El término ops, por su parte, está presente en vocablos tan comunes del castellano actual como optimismo, copioso y copia. Con respecto al sufijo –ulentus, lo heredamos como -ulento y lo encontramos en términos tales como fraudulento, suculento, virulento, corpulento y truculento, todos conceptos que denotan abundancia o bien la naturaleza de algo o alguien. Finalmente, el sufijo -ia, de cualidad, compone palabras que forman parte del habla cotidiana, como es el caso de victoria y misericordia.
Como dato curioso del alcance que ha llegado a tener el concepto opulencia, aunque no siempre sea mediante el uso del término en su forma definitiva, una antigua diosa romana de culto en el Capitolio recibió el nombre Ops, dado que personificaba los recursos y la riqueza agrícola.