La osificación es el proceso y el resultado de osificar, un verbo que refiere al proceso que lleva a un elemento orgánico a transformarse en un hueso o a obtener una apariencia similar a él.
A través de la osificación, por lo tanto, puede crearse un nuevo componente óseo. Los osteoblastos son los encargados de desarrollar este procedimiento, que puede concretarse de diversas maneras.
Proceso de osificación
Se cree que los huesos surgieron a partir de la evolución de ciertos cartílagos, que comenzaron como una reserva de calcio y de otros minerales y finalmente evolucionaron para proteger los órganos. A partir de la evolución ósea, los vertebrados pudieron adaptarse a la superficie terrestre y desplazarse de una manera diferente.
Uno de los tipos de osificación conocidos se denomina endocondral, y se trata de un desarrollo que consiste en el reemplazo progresivo del cartílago hialino por tejido óseo, en un proceso que tiene lugar desde adentro hacia fuera. Cuando el desarrollo se concreta al revés (es decir, desde el exterior hacia adentro), se habla de osificación pericondral.
La osificación intramembranosa, por su parte, tiene lugar en el interior de una membrana que forma parte del tejido conjuntivo. Los cartílagos, por lo tanto, no están involucrados en esta clase de osificación. Cuando una persona sufre una fractura, la osificación intramembranosa suele ser el mecanismo más habitual para revertir la lesión y lograr que el individuo se cure.
La osificación heterotópica, en tanto, se concreta cuando se forma un hueso en un lugar del organismo que no debería contar con este tipo de estructuras.
Fibrodisplasia osificante progresiva
También conocida con el nombre de fibrodisplasia osificante progresiva, la osificación muscular es una enfermedad de tipo hereditario que se caracteriza por una progresiva osificación de los tendones, los músculos esqueléticos, los ligamentos y las fascias. En otras palabras, algunos tejidos de nuestro cuerpo se transforman en hueso. De acuerdo con ciertos estudios, en la actualidad son más de 3.000 los casos a nivel mundial.
La osificación muscular fue descrita por primera vez en 1969, aunque el cuadro patológico no fue medido hasta 1992. Esta enfermedad se origina en un gen defectuoso que transmite uno o ambos padres a su descendencia. La causa reside en la activación del gen ACVR1 mutado, tras lo cual se forma tejido óseo o cartilaginoso en las regiones en las que se halle.
Existen referencias poco frecuentes pero consistentes en la literatura médica de pacientes que presentaron síntomas compatibles con los de la osificación muscular ya desde el siglo XIX; en muchos escritos se habla de personas que «se endurecieron como piedras», por lo que no cuesta pensar que se tratara de esta enfermedad en particular.
En los últimos tiempos, uno de los casos más sobresalientes fue el del desafortunado Harry Raymond Eastlack Jr., un norteamericano nacido en Filadelfia en 1933. Cuando tenía diez años, la osificación muscular comenzó a transformar su cuerpo, en un proceso destructivo que duró unas tres décadas. A pocos días de cumplir 40 años, Harry tan sólo podía controlar el movimiento de sus labios, ya que el resto de su organismo se había solidificado. Una pulmonía acabó con su vida en noviembre de 1973.
A pesar del sufrimiento que debió soportar Harry durante su corta vida, antes de fallecer dejó expresamente clara su voluntad de donar su cuerpo a la medicina, para que los científicos pudieran estudiarlo y buscar una cura a esta enfermedad tan difícil de comprender. Desde entonces, su esqueleto se conserva en el museo Mütter de la Facultad de Medicina de Filadelfia, y ha constituido una considerable fuente de hallazgos para el estudio de este trastorno.