Se conoce como pentagrama (o pentágrama, de acuerdo a lo indicado en el diccionario de la Real Academia Española) a una modalidad de notación musical que se basa en una estructura compuesta por cinco rectas ubicadas de manera paralela y a una misma distancia de separación.
Los pentagramas se destinan a la escritura de música, es decir, para tener registro en un soporte escrito de las notas y los demás signos musicales necesarios para interpretar una melodía. Todas las líneas del pentagrama, así como sus cuatro espacios, se enumeran en dirección abajo-arriba.
La clave
Al inicio del pentagrama se coloca la clave, que es el símbolo que permite relacionar cada nota musical con la ubicación o espacio que ocupa en el pentagrama. Dicha clave conecta una nota con un lugar específico del pentagrama, lo que hace que a las demás notas les correspondan ciertos lugares y líneas adyacentes.
La clave de sol es la más popular fuera del ámbito de la música, aunque es muy raro encontrar una partitura que no incluya un pentagrama en clave de fa, a menos que se hable de una «parte» de una pieza orquestada, o sea, la línea que debe ejecutar un instrumento en particular. De todos modos, un músico experimentado lee con fluidez las distintas claves, en sus posibles posiciones. Cabe mencionar que es posible alterar la clave inicial a lo largo de una composición tantas veces como se desee, ya sea de forma accidental (temporal) o bien definitiva (hasta el próximo cambio).
La escritura de un pentagrama
Básicamente, un pentagrama desnudo no sirve para nada, ya que es imposible asociar una línea o un espacio con una nota. Luego de asignarle una clave, todo cambia. Sin embargo, esto no es suficiente, dado que si no se realizan más aclaraciones, sólo será posible escribir melodías en Do mayor o La menor (que son tonalidades relativas).
Para entenderlo de forma gráfica, es muy útil pensar en un piano; un pentagrama con clave de Fa en la cuarta línea, nos da la posibilidad de utilizar las notas do, re, mi, fa, sol, la y si, a menos que se indique algún accidente a lo largo de la pieza. Valga la redundancia, éstas son las notas pertenecientes a Do mayor y su relativa menor, con lo cual quedan excluidas muchas otras tonalidades.
La armadura de clave
Es ahí donde entra la armadura de clave, que cumple un rol fundamental a la hora de componer una obra musical. Consta de uno o más bemoles o sostenidos (no pueden mezclarse) que indican alteraciones permanentes a las siete notas enumeradas en el párrafo anterior. Para construir una armadura, es obligatorio seguir un orden con los bemoles, y el opuesto para los sostenidos. En el primer caso, la secuencia es si mi la re sol do fa, y para entender su función, tomaremos como ejemplo la armadura más sencilla de este grupo, que tiene tan sólo el si bemol: con esta configuración, las dos tonalidades que pueden ser reproducidas son Fa mayor y su relativa menor, Re.
Tras la armadura de clave, aparecen las figuras que representan las notas musicales. Cada figura indica la duración del sonido y, de acuerdo a su ubicación sobre una línea o un espacio, el tono musical. En caso que se necesite un tono que no esté cubierto por el pentagrama (más agudo que el correspondiente al espacio por encima de la quinta línea, o más grave que el del espacio inferior a la primera línea), se pueden dibujar líneas y espacios adicionales.
Además, existen diversos signos que convierten la escritura musical en un sistema muy rico y complejo; algunos de ellos permiten indicar intensidad, forma de atacar las notas (picada, sostenida, ligada), dinámica (hacer que la intensidad crezca o decrezca en una porción determinada de la melodía).