Polipnea es un término que se emplea en la medicina para nombrar al incremento de la profundidad y de la frecuencia de la respiración. El concepto, de todos modos, no es aceptado por la Real Academia Española (RAE), aunque se trata de un tecnicismo bastante habitual.
Es frecuente que la polipnea aparezca ante un trastorno en los pulmones o a causa de la irrupción de un cuadro febril. Incluso, en algunos casos, la polipnea surge como una reacción adversa ante ciertos medicamentos.
Causas de la polipnea
Diversas pueden ser las causas que lleven a que una persona sufra polipnea. No obstante, entre las más frecuentes destacaríamos las siguientes:
-Un cuadro de neumonía.
-Un fallo de tipo multiorgánico.
-Varios episodios de sepsis.
-Patologías tales como bronquitis y asma bronquial.
-Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica.
-Un cuadro de shock.
Además de lo indicado, hay que exponer que también se puede detectar que alguien está padeciendo polipnea mediante otras señales. En concreto, entre estas se encuentran la taquicardia, tirajes intercostales o lo que se conoce como cianosis peribucal. Esta es una coloración azulada u oscura de la piel, que se observa de manera fundamental en lo que son los labios.
Tratamientos habituales
No menos importante es conocer que la persona con este problema que nos ocupa, debe acudir directamente a su médico u hospital para ser estudiado y diagnosticado. En concreto, al confirmar que sufre aquel, se le establecerá el tratamiento más adecuado. Entre las alternativas más habituales a las que se recurren están estas:
-Nebulizaciones.
-Uso de inhaladores, que mejorarán notablemente la situación del paciente.
-Suministro de medicamentos adecuados para la polipnea e incluso para la enfermedad que la haya propiciado.
-Oxígeno suplementario.
-En los casos más graves, los médicos al frente del caso podrán establecer la necesidad de hacer uso de la ventilación mecánica.
Además de todo lo expuesto, no hay que olvidar que los recién nacidos, en un porcentaje notable, también pueden sufrir polipnea. Afortunadamente es tan habitual que esta se produzca que, frente a lo que ocurría décadas atrás, los médicos consiguen que los bebés la superen sin problemas.
Alteraciones vinculadas a la polipnea
La polipnea puede vincularse a otras alteraciones de la frecuencia respiratoria. Se habla de taquipnea, por ejemplo, cuando la persona respira de manera acelerada, superando las veinte inspiraciones por minuto. Puede entenderse a la taquipnea como una respiración superficial y veloz.
La hiperpnea, en cambio, se desarrolla cuando se incrementa en exceso la cantidad de aire que se ventila, siempre que se compare con los valores de una respiración normal. Cuando un individuo realiza una actividad intensa, es probable que aparezca la hiperpnea.
Puede decirse, a partir de estas definiciones, que la polipnea es una combinación de la taquipnea y de la hiperpnea. El sujeto no sólo respirará más rápido de lo normal, sino que también inspirará y exhalará con mayor profundidad.
Un cuadro muy serio de polipnea constituye la denominada respiración de Kussmaul, que es provocada por un agravamiento de la diabetes. Esta clase de respiración fue advertida por el alemán Adolph Kussmaul en 1874 al estudiar los signos de personas que sufrían cetoacidosis diabética o un coma diabético.