El término preimposición no forma parte del diccionario desarrollado por la Real Academia Española (RAE). Sin embargo, se utiliza con frecuencia en Argentina en el marco de las compras electrónicas y el envío de productos por vía postal.
Se denomina preimposición a un estado del envío que realiza un vendedor al comprador luego de concretarse una operación comercial a través de Internet. El concepto suele aparecer cuando la compra se hace a través de Mercado Libre y el paquete se envía mediante Correo Argentino.
Qué es la preimposición
Muchas personas se desconciertan al advertir que el producto que compraron no llega a su domicilio y, en el seguimiento que puede realizarse online, aparece en preimposición. De acuerdo a lo explicado por Correo Argentino, preimposición es la denominación que utiliza Mercado Libre cuando al paquete ya se le asignó una etiqueta, pero todavía no fue remitido al servicio postal.
En Mercado Libre, en tanto, detallan que, si un producto está en preimposición, ya cuenta con su etiqueta impresa, aunque aún no registra movimientos. Esto implica que la caja en cuestión no fue despachada (es decir, que el correo no la recibió).
Cuando aparece
Preimposición, en definitiva, es un estado que puede aparecer en el historial paso a paso de una compra realizada a través del comercio electrónico o e-commerce. La noción indica que el producto adquirido, por el momento, no fue admitido en el correo.
Es importante tener en cuenta que los vendedores suelen contar con un plazo de 24 horas para despachar los productos. Si el comprador revisa el estado de la operación antes del cumplimiento de dicho plazo, encontrará el estado de preimposición.
Las ventas sin presencia física del comprador en una tienda existen desde hace décadas. De hecho, dependiendo de cuán flexibles seamos a la hora de escoger el primer modelo de mercado de este tipo, podríamos remontarnos a principios del siglo XX, cuando una empresa de floristas comenzó a usar el telégrafo para recibir pedidos de diferentes poblaciones Estados Unidos.
Otro ejemplo más reciente son las compras por catálogo, que hicieron furor también en Estados Unidos y al día de hoy siguen existiendo en varios países del mundo. La premisa es siempre la misma: el cliente no puede ver y tocar el producto, sino que debe conformarse con la información que le provea el vendedor, como ser una descripción acompañada de fotografías. Y una vez que toma la decisión de adquirirlo, comienza el proceso de espera en el que entra el concepto de este artículo, la preimposición, entre otros estados del envío que suelen generar ansiedad y, en muchos casos, quejas por demoras aparentemente innecesarias.
El sentido de la preimposición
Cuando compramos un producto a través de una tienda de comercio electrónico sentimos una especie de «poder» que no era común en la era del teléfono y la televisión. Estamos al mando del ratón y el teclado, o bien de los botones en la pantalla táctil, y tenemos la sensación de estar orquestando cada paso de nuestra transacción, como si fuéramos nosotros los organizadores: «quiero esto y aquello, quiero que me lo envíen a esta dirección postal, usando el servicio más rápido, lo pago con PayPal», etcétera. La tienda está allí para servirnos. Pero la realidad que sigue no siempre es tan satisfactoria.
En cuanto notamos que el envío de nuestra compra no cambia de estado, desesperamos, porque queremos recibirla lo antes posible. La ansiedad nos lleva muchas veces a olvidar las condiciones y elevamos quejas injustas, como un niño pequeño que patalea porque no quiere esperar tantos segundos entre una cucharada y otra de su puré. Leer palabras como preimposición, que no parecen tener sentido en este contexto, empeora las cosas.