Preludio es un término que tiene origen en el latín praeludium y se usa para nombrar a lo que actúa como introducción o comienzo de algo. El preludio, por lo general, antecede a lo principal o a la pieza central y más importante.
Una crónica televisiva sobre un partido de fútbol puede mostrar el primer gol de un equipo y comentar que fue el preludio de una victoria abultada. De esta manera, se está haciendo referencia a que dicho gol fue el antecesor de otros que terminaron por definir una goleada a favor de uno de los conjuntos.
Una discusión entre un ministro y el presidente de un país, por otra parte, puede considerarse como el preludio de la posible renuncia del funcionario, mientras que la aparición de nubes negras en el cielo puede resultar el preludio de una tormenta.
Preludio en la música
En el ámbito de la música, el preludio puede ser la sinfonía que precede a una obra o la composición de duración breve que, por lo general, antecede a la interpretación de otra obra de mayor duración. Se puede considerar el preludio como una especie de introducción a una sonata, una fuga u otro tipo de movimiento. En el caso del ballet o de una ópera, el preludio es la obertura.
En muchos casos, el preludio es una improvisación que sirve para introducir una composición. Esta aceptación del concepto se encuentra vinculada al entendimiento del preludio como algo que se ejecuta o se canta a modo de ensayo, ya sea para aclimatar la voz o para probar el sonido de los instrumentos. Existe un concepto denominado interludio, que antiguamente era una composición ejecutada por los organistas entre las estrofas de los corales, y que en la actualidad también sirve como pieza intermedia de un álbum popular.
Opus 28 de Chopin
Si bien se suele esperar que un preludio anteceda a otra pieza de mayor extensión e importancia, como puede ser un ostinato o una fuga, en el caso de los opus 28 del gran Frédéric Chopin no hay otra cosa que 24 preludios magistrales, cada uno con su propio carácter, bien definido y muy diferente del resto, conformando una de las obras más celebradas de la historia de la música para piano.
Veamos algunos de los principales preludios de este conjunto, para destacar en pocas palabras sus rasgos principales. El primero, en Do mayor, puede durar aproximadamente medio minuto y se trata de una repetición alegre y fugaz de figuras, que nos da la bienvenida eficazmente al resto de los preludios. El segundo y el tercero, en La menor y Sol mayor, respectivamente, lo superan en duración y atraviesan emociones diferentes, pasando por la lentitud y el sollozo monótono y ganando una cierta velocidad hacia el final.
El preludio número cuatro es uno de los más conocidos. Fue compuesto en Mi menor y se conoce con el nombre de «Despedida»; su acompañamiento es pesado y triste, como si se tratara de una dolorosa marcha para no regresar jamás. No pasa mucho tiempo antes de que los lamentos se conviertan en suspenso y contrastes entre agudos y graves, y más tarde en una carrera que busca volver a la paz.
Cada preludio parece contar su propia historia, y las emociones se suceden de forma veloz y violenta, sin grandes transiciones entre la alegría y la desesperación, entre la desolación y la esperanza. El preludio más conocido del conjunto es el número 15, en Re bemol mayor, también denominado «Gotas de lluvia»; se trata de una melodía dulce y acogedora que es constantemente azotada por un la bemol que crece en intensidad hasta que la nubosidad desemboca en una tormenta, para finalmente despejar el cielo y volver a la aparente calma del comienzo.