Una simple pelea puede derivar en un homicidio preterintencional por accidente.
El término preterintención no forma parte del diccionario de la Real Academia Española (RAE). Sí aparecen, en cambio, preterintencional y preterintencionalidad, conceptos que se emplean en el terreno del derecho.
TemasConsecuencias peores de las deseadas
Una acción preterintencional es aquella que genera consecuencias más graves de las que se pretendía provocar. A la cualidad de preterintencional se la denomina preterintencionalidad, que en algunos casos puede ser considerada como un atenuante a la hora de establecer la responsabilidad criminal de un sujeto.
Preterintención se emplea como sinónimo de preterintencionalidad. Ambas ideas provienen de la expresión latina praeter intentionem, que se refiere a actuar “más allá de la intención”.
Quien accionó de manera preterintencional no buscaba un efecto tan grave como el que causó. En el derecho penal, la preterintención supone que el sujeto tuvo intención de cometer un determinado delito pero termina produciendo un delito de mayor gravedad que no quería ocasionar.
Dicho de otro modo, la preterintención surge cuando se produce un resultado antijurídico que excede la intención del responsable del hecho. De acuerdo a la tipificación legal, la culpabilidad preterintencional acarrea una pena mayor en comparación al delito que se pretendía cometer, aunque no llega a alcanzar la sanción fijada por el hecho causado. Como se puede advertir, la ley tiene en cuenta tanto el hecho deseado como el hecho cometido.
Homicidio preterintencional
Causar la muerte a alguien de forma accidental, sin intención, es un delito que se denomina homicidio preterintencional. En cada país, el Código Penal puede interpretarlo de formas diferentes, por lo cual veremos algunos ejemplos a continuación. Comencemos por Argentina, donde la descripción indica que el agresor desea causar daño a su víctima de manera física, pero no matarlo. Esto explica que deba recibir una pena, ya que el acto es voluntario, aunque su resultado sea mucho peor del esperado. La pena es la reclusión con un mínimo de tres años y un máximo de seis, o bien el encarcelamiento por un período de entre uno y tres años.
En las leyes españolas no encontramos este homicidio tipificado, pero esto no impide que la jurisprudencia se apoye en sus principios para resolver ciertos casos. Para ser más precisos, lo hace cuando no encuentra una clasificación adecuada para la culpabilidad del acusado, ni en los supuestos de imprudencia ni en los de dolo.
Italia, por otra parte, sí lo reconoce en su Código penal, tal y como refleja su artículo 584. La pena es considerablemente mayor a la de Argentina: reclusión que va desde los 10 a los 18 años. Por último, Noruega tiene una definición de homicidio preterintencional que abarca tanto sus características generales como sus figuras específicas, distinguiendo los resultados previstos de los sorpresivos.
La pena por homicidio preterintencional varía considerablemente de un país a otro.
Situación hipotética
Supongamos que, tras una colisión entre dos automóviles, los conductores comienzan a discutir y luego se trenzan en una pelea. En medio del enfrentamiento, uno de los involucrados empuja al otro, quien cae, sufre un golpe en la cabeza contra el suelo y muere. En este caso, hay un homicidio preterintencional: el responsable quería agredir físicamente a la víctima pero no buscaba quitarle la vida.
Como mencionamos más arriba, queda claro que el responsable de la muerte no puede quedar en libertad como si no hubiera hecho nada, simplemente por no haber deseado matar a la otra persona. Sin embargo, tampoco sería justo condenarlo a una pena equivalente a la de un asesino que haya actuado de forma premeditada. La línea puede parecer muy delgada entre una situación y otra, sobre todo si el acusado agredió a la víctima, ya que hay casos en los que las consecuencias se alejan mucho más de las acciones.
