La privatización es el procedimiento y el resultado de privatizar. Este verbo refiere a la transferencia de una compañía pública o de una actividad administrada por el Estado a una empresa privada. De este modo, la gestión de lo que antes pertenecía al conjunto de una sociedad queda en manos de empresarios que persiguen sus propios beneficios.
En el latín es donde se encuentra el origen etimológico del término que ahora nos ocupa. Deriva de privatizar, que, a su vez, se compuso a partir de la suma de dos componentes en esa lengua: el verbo privare, que significa «quitarle algo a alguien que lo poseía», y el sufijo -izar, que es equivalente a «convertir en».
Qué es una privatización
Una privatización, por lo tanto, implica un fortalecimiento del sector privado en detrimento del sector público. Los defensores de la privatización sostienen que, de este modo, se reducen los gastos estatales y se evitan los desequilibrios que genera la participación del Estado en el mercado. Es más, determinan que es una manera de reducir de forma contundente tanto lo que es la deuda externa como la interna.
Quienes atacan estos procesos, en cambio, resaltan que el interés privado no suele coincidir con el interés público y que los ciudadanos, finalmente, terminan accediendo a servicios más caros.
Algunos ejemplos
Supongamos que un Estado nacional cuenta con una línea aérea de su propiedad. Si decide la privatización de la empresa, venderá este activo y perderá el control sobre la compañía. A partir de entonces, sus nuevos dueños (quienes le habrán pagado al Estado para quedarse con la empresa), deberán hacerse cargo de las inversiones y de los gastos necesarios para el funcionamiento de la compañía, pero también se quedarán con los beneficios que genere. El Estado sólo obtendrá ganancias de acuerdo a lo fijado por las leyes (por ejemplo, mediante el cobro de impuestos).
En España, durante el gobierno del Partido Popular entre 2011 y 2018, se produjo un notable incremento de la privatización o, por lo menos, de la intención de desarrollarla de manera contundente. El hecho de poner en marcha medidas para fomentar la privatización de colegios e incluso de hospitales dio como lugar a que la sociedad española haya salido a la calle quejándose de la situación y reivindicando que se mantengan tanto la educación como la sanidad pública. En concreto, algunos de los lemas que han esgrimido en contra de la privatización son firmes y contundentes, tales como «la salud es un derecho, no un negocio».
No obstante, en otros rincones del mundo también los gobernantes apuestan más por esa tendencia a hacer privados distintos organismos. En Grecia, por ejemplo, el gobierno de Alexis Tsipras (2015–2019) procedió a la privatización de un total de catorce de sus aeropuertos, otorgándoles las concesiones a una empresa alemana.
Cabe destacar que lo opuesto a la privatización es la estatización: en este caso, el Estado asume el control y la gestión de una actividad o de una empresa que, hasta entonces, pertenecían al sector privado.