El término propiedad tiene numerosos usos. En este caso, nos interesa su acepción en el campo del derecho como la facultad o habilitación para tomar la posesión de algo y ejercer su control. Social, por su parte, es aquello vinculado a la sociedad (la comunidad de personas que comparten una cultura y que interactúan entre sí).
Se conoce como propiedad social al derecho que tiene una comunidad sobre un determinado activo. Para el ejercicio de este derecho, existen diversos mecanismos que permiten plasmar, de alguna forma, el control democrático de la propiedad en cuestión.
Qué es la propiedad social
La propiedad social, también conocida como propiedad comunitaria o propiedad colectiva, es un concepto propio del socialismo, el comunismo y el anarquismo. Se trata de una idea que no suele estar presente en los regimenes capitalistas, ya que el capitalismo se basa en la propiedad privada (los bienes están en propiedad de sujetos privados, que acceden a ellos a través de operaciones que concretan en el mercado).
Muchos son los ejemplos de propiedad social que pueden encontrarse en el mundo, siendo los ejidos los más reconocidos. Bajo esa denominación se hallan pequeñas porciones de tierra no cultivada que están destinadas al uso público. No obstante, en algunos países como, por ejemplo, México, esas porciones de terreno sí son cultivables al tiempo que comunes y tienen como objetivo conseguir impulsar la actividad agrícola.
Combatiendo la desigualdad
En teoría, la propiedad social de los recursos permite minimizar la desigualdad social. Un grupo de personas comparten la propiedad de las tierras, los inmuebles y otros activos y reparten los usufructos de una manera igualitaria.
Quienes defienden la propiedad social de la tierra, por ejemplo, destacan que, en las sociedades capitalistas, los terrenos están en manos de unos pocos dueños que los explotan de acuerdo a sus intereses individuales, en el afán por maximizar sus ganancias. De este modo, no se producen alimentos según las necesidades de la población.
Todo eso es ventajoso, como también el hecho de que se considera que ese tipo de propiedad contribuye de manera innegable a que se fomente y desarrolle el sentimiento de comunidad, de trabajo en equipo y de unir fuerzas en pro de un bien general.
Por supuesto, también hay quienes apuestan por esta clase de propiedad argumentando que es muy adecuada en la medida que ayuda a las personas que no tienen recursos o no han nacido en familias adineradas a establecer un presente prometedor y un futuro mejor.
Desventajas de la propiedad social
Por el lado contrario, quienes están absolutamente en contra de lo que es la propiedad social establecen que una de sus principales desventajas es que, en ocasiones, hay quienes la fomentan y respaldan para luego aprovechar la misma en su propio beneficio y no en el de toda la comunidad. Asimismo hay quienes consideran que aquella es un instrumento de opresión al pueblo, de “obligarle” a hacer uso de unas herramientas y a un desempeñar unas tareas en pro del bien común, aunque cada individuo tenga un deseo a título particular que se aleja de ese.
Es importante tener en cuenta que la propiedad social implica que los ciudadanos ejerzan el control directo sobre los activos. Cuando el Estado asume la propiedad de un bien, la gestión queda a cargo de los gobernantes y la gente común no suele tener la posibilidad de hacer valer sus decisiones sobre aquello que es público.