Relegar es un término que tiene su origen etimológico en el vocablo latino relegare. Su significado original está vinculado a la época de la Antigua Roma, cuando relegar a un ciudadano consistía en enviarlo al destierro, aunque con ciertas particularidades que hacían necesaria la existencia de ambos conceptos.
La palabra utilizada en la Antigua Roma para designar esta pena de destierro era relegación y se consideraba una forma de disminuir la «ilesa dignidad» de su ciudadanía, en lugar de arrebatársela. De hecho, a diferencia del destierro propiamente dicho, cuando un ciudadano romano era relegado conservaba sus bienes y sus derechos.
El destierro que practicaban los antiguos romanos consistía en confiscar los bienes de un ciudadano y privarlo de usar el fuego y el agua, tras lo cual se veía obligado a abandonar su país para vivir en el extranjero. Si bien dicha situación resultaría violenta para cualquier persona, esta forma de destierro no incluía la fuerza: de una manera retorcida, el derecho romano contaba con que el condenado no tuviera más opciones que irse por su propia voluntad.
Volviendo a la relegación, los destinos normales a los cuales iban los ciudadanos relegados eran las islas del mar Mediterráneo. Dos claros ejemplos de relegación en la época del Imperio romano son los de Ovidio (uno de los más conocidos poetas romanos, destacado por obras como «Las metamorfosis» y «Arte de amar»), que fue relegado a Tormes, y Séneca (un filósofo y escritor, además de haber ocupado el puesto de tutor de Nerón), quien se vio obligado a retirarse a Córcega.
Relegar en la jurisprudencia española
Para la jurisprudencia de España, relegar a un ciudadano consistía en hacerle cumplir una pena aflictiva en ultramar (o sea en algún país que se encontrase del otro lado del océano). El gobierno tenía una serie de destinos fijos para dicho propósito y la duración de este traslado forzoso podía ser temporal o perpetua.
Con respecto a los derechos de los relegados españoles, éstos podían dedicarse a sus profesiones u oficios, aunque debían someterse a vigilancia constante.
El término en la actualidad
En la actualidad, relegar a alguien es quitarle su puesto, lugar o posición: “El entrenador decidió relegar a Gómez: en su lugar, jugará Pereyra”, “Voy a relegar a la maestra de matemáticas: varios padres han presentado quejas en la escuela por su modo de tratar a los estudiantes”, “Ramírez me advirtió que, si no mejora la productividad de la empresa, me va a relegar de la gerencia”.
El concepto de relegar también se utiliza para mencionar la acción de postergar, aplazar o alejar algo o a alguien: “El piloto alemán logró relegar al español en la última vuelta y logró una nueva victoria”, “Si esta temporada el director técnico me vuelve a relegar, me voy a marchar del club ya que necesito jugar”, “Estas medidas económicas sólo lograrán relegar todavía más a los sectores vulnerables de la sociedad”.
Relegar en un ranking o una tabla de posiciones
La idea de relegar puede entenderse con facilidad a partir de una tabla de posiciones o de un ranking. Tomemos el caso del listado de las personas más ricas del mundo que elabora la revista estadounidense “Forbes”.
En 2008, Warren Buffett se encontraba en el primer lugar del listado, seguido por Carlos Slim y Bill Gates. Al año siguiente, Gates logró relegar a ambos, subiendo hasta el primer puesto. Esto quiere decir que, al relegarlos, Gates avanzó y se quedó con el lugar que antes ocupaban Buffett y Slim, quienes perdieron sus posiciones y retrocedieron.
Tomando en cuenta los ejemplos recién expuestos, veamos algunos de los antónimos más comunes del término relegar: aceptar, considerar, implicar, incluir, repatriar y preferir. Si pensamos en la acepción que implica quitarle a alguien sus derechos y desterrarlo, es fácil comprender que su antónimo sea repatriar, así como para el caso de alejar a alguien de una oportunidad o un puesto corresponden las palabras preferir, incluir e implicar, entre otros antónimos posibles.