El adjetivo socarrón se utiliza para calificar a quien actúa con socarronería. Se conoce como socarronería, en tanto, al disimulo que acarrea una burla camuflada o enmascarada.
Irónico y burlón
El individuo socarrón, de este modo, se expresa con ironía para burlarse de alguien, aparentando ingenuidad. Sus críticas o chanzas no son directas, sino que hay que detectarlas entre líneas. Esto puede parecer más suave en un primer momento pero, una vez descodificado el ataque, su efecto puede ser tan fuerte como el de un insulto directo.
Por ejemplo: “Mi vecino es un hombre socarrón que suele realizar acotaciones ácidas e incisivas en cada conversación”, “La noche estaba tranquila, hasta que el ánimo empezó a agitarse luego de un comentario socarrón de uno de los comensales”, “Me divierte el humor socarrón de Mabel y su particular forma de ver las cosas”.
En contexto
Tomemos el caso de un empleado que se queda dormido y llega a tarde a su lugar de trabajo. Al ingresar, le pide disculpas a su jefe, siendo consciente de su falta. El directivo le responde: “No te preocupes, total no hay nada para hacer por aquí…”. Se trata de una respuesta socarrona, ya que justamente hay muchas tareas pendientes en la oficina y encima el trabajador arribó con mucha demora.
Supongamos ahora que dos amigos se juntan para almorzar. Uno de ellos, luego de comerse una pizza entera y tres empanadas, le avisa a su compañero de mesa que no ordenará postre. Ante esta declaración, el otro muchacho señala: “Claro, te estás cuidando con las comidas para no aumentar de peso, ¿no?”. Como se puede advertir, es un comentario socarrón, debido a que evidentemente su amigo no está haciendo ningún régimen ni le importa el sobrepeso.
Etimología
De acuerdo con las evidencias halladas hasta el momento, la primera vez que se usó este término fue a finales del siglo XVI, y desde entonces su sentido ha sido el mismo, el de una burla expresada con disimulo para que el emisor no pueda ser acusado por ella. La palabra original, de la que surgió socarrón, es socarro, la cual ha quedado en desuso y parece tener el mismo significado aunque en forma de sustantivo.
Para formar el adjetivo se combinó socarro con el sufijo -ón, que puede indicar marcada tendencia a o tener un valor aumentativo. De acuerdo con el filólogo, etimólogo y lexicógrafo catalán Joan Coromines i Vigneaux, que tiene en su autoría varios diccionarios de la lengua castellana, el origen de este término es socarrar, un verbo que significa «tostar o quemar». Explica esto comparando las burlas del socarrón con comentarios cáusticos.
De todos modos, no debemos olvidar el carácter de los comentarios propios de un individuo socarrón, que no deja ver su verdadera naturaleza sino que la encubre, por lo cual es probable que este vínculo no sea del todo correcto sino que el autor lo haya estimado por el parecido entre ambos vocablos. La opción anterior, que lo relaciona con socarro, es la que propone la RAE, y agrega al respecto que este último deriva del latín iocarius, cuyo significado era «bromista, payaso o bufón que hacen burlas y bromas».
Este camino etimológico parece ser mucho más probable, porque iocarius en un primer momento podría haber llegado al español como jocarro, y más adelante haber cambiado la J por una S, algo que ocurrió en otros casos aunque al revés (saponem pasó a ser jabón, por ejemplo). Por último, podemos mencionar que el término latino del cual derivó iocarius es iocus, que significa «juego, chanza, broma, placer, juego de palabras», y se relaciona con jocoso y juglar.