La noción de subrogar se utiliza en el terreno del derecho para aludir a la acción de reemplazar algo o a alguien, poniendo en su lugar otra cosa o a otro individuo. La raíz etimológica del término se halla en el vocablo latino subrogāre.
Contrato de sustitución
Por lo general la idea de subrogación aparece en el marco de un contrato. Al subrogar una persona jurídica o natural por otra, se la sustituye, modificando el contrato en cuanto al cumplimiento de una obligación o al ejercer una atribución.
El acto de subrogar puede consistir en cambiar el deudor o el prestamista en un financiamiento, lo que produce una delegación o una sucesión de los deberes. La subrogación en la posición del deudor, por ejemplo, consiste en reemplazar al titular de un crédito por otro. En algunos casos, como una herencia tras el fallecimiento del prestatario, la subrogación no requiere la aprobación del acreedor. La subrogación en la posición del acreedor, por otro lado, tiene lugar cuando el acreedor transfiere sus derechos a otro sujeto.
Supongamos que un hombre adquiere una propiedad mediante un crédito hipotecario, debiéndole al banco una gran cantidad de dinero. Tiempo después, pierde su empleo y no puede continuar con los pagos. Frente a esta realidad, le ofrece subrogar la hipoteca a su hermano: de este modo, su hermano se transforma en el nuevo titular del crédito y asume la obligación de pagar las cuotas correspondientes, quedándose con la casa formalmente más allá de lo que arregle con su familiar.
Esto también puede ocurrir si un empleador delega en otro su trabajo, si dos entidades se fusionan o si una es comprada por otra. En este caso, subrogar el contrato laboral supone que los empleados conserven las condiciones expresadas desde el principio, incluyendo los beneficios por su antigüedad. Las tres partes deben firmar un documento legal para dejar constancia de la subrogación.
Gestación subrogada
Subrogar un vientre, por otra parte, implica un acuerdo a través del cual una mujer lleva adelante un embarazo y luego de dar a luz, entrega el bebé a otra persona o a una pareja, que asume la maternidad/paternidad. Este convenio puede realizarse con fines de lucro o de manera altruista. El término por el que se conoce este contrato en el habla cotidiana es vientre de alquiler.
Esta práctica surgió en la década de los 70 y desde entonces ha despertado discusiones y controversia acerca de su impacto en la vida de las mujeres, así como de los aspectos legales y éticos. A grandes rasgos, podemos decir que existen dos posturas bien diferenciadas: quienes creen que se trata de una forma de explotación vinculada con el estatus social, entre otras cuestiones, ya que los ricos contratan mujeres necesitadas; quienes sostienen que se trata simplemente de una decisión personal, de ejercer la libertad individual.
Para complicar más las cosas, en cada país se trata de una forma diferente. En algunos, se ignora completamente en su legislación. En otros, se prohíbe de manera expresa. Pero también están los que cuentan con reglas bien definidas para que el acto de subrogar un vientre se pueda llevar a cabo de forma legal y sin perjuicios para ninguna de las partes. De todos modos, no importa cuánto se regule, cada persona involucrada en esta ecuación sabe cómo la afecta el proceso.
La maternidad es en sí misma un tema difícil de abordar, ya que también genera opiniones muy dispares: desde las personas que la consideran prácticamente un obligación o un deber, hasta las que optan por no tener hijos. Esta amplitud de posturas frente al supuesto papel de la mujer, con todos los grises que existen entre los extremos, vuelve muy complejo emitir un juicio sobre la gestación subrogada.