En el latín es donde podemos establecer que se encuentra el origen etimológico del término vigor, que ahora nos ocupa. Concretamente emana de la suma de dos partes claramente delimitadas: el verbo vigere, que puede traducirse como “estar en plena vida”, y el sufijo –or, que es equivalente a “resultado”.
Vigor es la fuerza o actividad notable. Algo que se realiza con vigor es hecho con un ímpetu especial. Las personas vigorosas son aquellas que tienen mucha energía o que actúan con brío.
Por ejemplo: “El acusado se defendió con vigor ante el tribunal”, “Bobby es un perro viejo, ya no tiene el vigor de antaño”, “Si quieres tener mayor vigor, debes implementar una dieta más sana”, “Me asombra el vigor que todavía tiene el abuelo a los 92 años de edad”.
Distintos usos del término vigor
Otro uso del término está relacionado con la duración de los estilos o costumbres, y con la fuerza de obligar en las leyes y ordenanzas: “La medida entrará en vigor a partir de su publicación en el boletín oficial”, “Lo siento, pero dicho cupón ya no tiene vigor”, “Tengo que apurarme a comprar las entradas así aprovecho que la promoción todavía está en vigor”.
Dentro del ámbito legislativo, como podemos observar gracias a dicha acepción, el término vigor adquiere un gran valor pues es él el que dictamina cuando cualquier ley o norma empieza a funcionar. Así, por ejemplo, nos encontramos con el Código Civil de España donde se deja patente que las leyes entrarán en vigor veinte días después de su correspondiente publicación en el BOE (Boletín Oficial del Estado).
La entonación o expresión enérgica en las obras literarias o artísticas también se conoce como vigor: “¡Voy a matar a ese hombre! – exclamó con vigor el teniente López justo antes de desenfundar su pistola y disparar”, “Te aseguro que soy inocente, debes creerme – susurró sin vigor antes de cerrar los ojos”.
La potencia sexual
El vigor también se relaciona con la potencia sexual y la capacidad de un hombre de satisfacer a su pareja y de mantener relaciones de larga duración o con mucha frecuencia. La falta de vigor, en este sentido, se asocia a un problema de masculinidad.
El sobrepeso, un importante nivel de estrés laboral, una etapa de problemas sentimentales o emocionales, trastornos como una depresión o la ingesta de determinados medicamentos, que ejercen como tratamientos de otras patologías, son algunas de las causas más frecuentes que llevan a un hombre a perder el vigor sexual que tenía.
No obstante, también se convierten en causas habituales la monotonía en la pareja o el no tener ningún tipo de expectativa sexual con quien se tiene una relación.
Existen diversos medicamentos y productos naturales que ayudan a aumentar el vigor. Así, por ejemplo, entre los remedios ecológicos y naturales que existen para conseguir que el hombre recupere, mantenga o aumente su vigor sexual estarían el polen y también la miel. Todo ello sin olvidar tampoco a la sandía, que, gracias a su elevada concentración de citrulina, se ha convertido en la alternativa natural a la conocida viagra.