De acuerdo con el voluntarismo teológico, todo obedece a la voluntad de Dios.
Voluntarismo es la teoría de la filosofía que otorga preponderancia a la voluntad por encima del entendimiento o la razón. Ésta es tan sólo una de las cuatro acepciones que la Real Academia Española (RAE) reconoce para este término.
El voluntarismo, en este marco, considera que la voluntad es el valor primordial de un individuo, rechazando que existan leyes objetivas en la sociedad y en la naturaleza. Puede decirse que les concede mayor importancia a las emociones y a los sentimientos que a lo racional.
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En el ámbito de la teología, el voluntarismo es la doctrina que sostiene que todo obedece a la voluntad de Dios. De acuerdo a esta posición, las decisiones de Dios siempre son justas y los seres humanos se identifican con dicha voluntad.
San Agustín de Hipona, comúnmente llamado san Agustín, realizó importantes aportes a este concepto a través de sus estudios de filosofía y teología, muchos de los cuales plasmó de forma escrita. Según él, la filosofía es el amor por la sabiduría, pero no debemos perseguirla únicamente por medio del intelecto sino con el alma entera. Es necesario señalar que Agustín no pone la voluntad por encima del intelecto, al menos no se puede interpretar tal subordinación a través de su teoría. En sus trabajos, Dios es inteligencia, el «Padre de la Verdad».
Agustín agrega que por medio del pensamiento llegamos a la conclusión de que necesitamos la ayuda de Dios como un camino en el cual recibimos la luz del Sol que necesita nuestra alma. Si bien acepta que el ser humano cumple la voluntad de Dios, sostiene que la fe surge de la inteligencia, de manera que existe en principio un razonamiento: entiendo para poder creer.
Otra figura importante para el voluntarismo teológico fue Juan Duns Escoto, nacido en 1266 y beatificado en 1993 por el papa Juan Pablo II. Sus estudios filosóficos tienen una tendencia voluntarista mucho más clara y directa que los de Agustín. Señala que solamente la voluntad es la raíz de sus deseos, que domina todas las otras facultades. Además, la presenta como fuente de la virtud más grande del ser humano: la caridad. En pocas palabras, afirma que posee un valor superior al de la inteligencia.
Voluntarismo político
Se conoce como voluntarismo político a la tendencia que toma a la voluntad como el elemento fundamental para el desarrollo de un proyecto. En algunos casos se apela a la voluntad del pueblo como el motor de los cambios sociales.
De acuerdo al voluntarismo, la sociedad debe organizarse a partir del acuerdo voluntario de los ciudadanos. Por lo tanto, rechaza el poder coactivo del Estado y que el monopolio de la violencia esté en manos del aparato estatal.
Este término llegó al ámbito de la política a través del político y filósofo británico Auberon Herbert, nacido en 1838. Su formación recibió la influencia del polímata Herbert Spencer, para muchos, el padre del darwinismo social. A pesar de no suscribir al anarquismo, mantuvo un fuerte intercambio con sus defensores, en especial con el teórico estadounidense Benjamin Tucker.
Este último se oponía a las críticas de los detractores, según los cuales un gobierno anarquista era sinónimo de la ausencia de gobierno. Se apoyaba en que el voluntarismo también conduce a un orden, abre las puertas a la libertad y no promueve el crimen, todo esto en una base descentralizada y optativa.
El voluntarismo político prioriza la voluntad del pueblo.
Juicio irracional
Voluntarismo, por último, es la actitud que adopta quien establece conjeturas y define sus perspectivas de acuerdo a sus propios deseos y no analizando las posibilidades reales. Puede considerarse este voluntarismo como un sesgo cognitivo: una distorsión que lleva a un juicio irracional.
