La idea de zona puede emplearse para nombrar a un sector de un cierto terreno o de una superficie. Arqueológico, por su parte, es un adjetivo que alude a lo vinculado a la arqueología: la ciencia dedicada al análisis de los restos materiales del pasado.
Se denomina zona arqueológica al lugar donde se concentran numerosas ruinas u objetos de tiempos pretéritos, que permiten reconstruir la historia o que ayudan a comprender diversos aspectos de una civilización antigua. Dichos vestigios suelen encontrarse enterrados u ocultos por diversos motivos: la acción del viento y de la erosión, el avance de la vegetación, etc.
Investigación de una zona arqueológica
Para investigar una zona arqueológica, los especialistas apelan a diversas técnicas que les permiten estudiar los restos sin dañarlos. Entre los elementos que suelen emplearse, se encuentran los detectores de metales, los radares y la fotografía aérea.
Cuando los expertos desean acceder a los objetos que están enterrados en una zona arqueológica, pueden llevar a cabo una excavación. Esta tarea implicar remover las capas de terreno en sentido inverso a su formación: primero se quitan las capas más recientes, hasta llegar a los restos que se buscan.
Es importante conocer, además, que existen diversos tipos de procesos de excavación en zonas arqueológicas. Así, nos encontramos con los que responden al nombre de trinchera, los pozos de prueba y las áreas.
La protección del Estado
Es importante destacar que las zonas arqueológicas suelen estar protegidas por el Estado.
Supongamos que, en un determinado lugar, hay vestigios de una importante civilización antigua enterrados varios metros bajo tierra. Si se construyera un edificio en dicho sitio, los vestigios serían destruidos. Por eso, cuando se detecta una zona arqueológica de importancia, se toman diversas medidas para preservarla y permitir el desarrollo de estudios científicos.
Ejemplos de zonas arqueológicas
Numerosas son las zonas arqueológicas que existen alrededor del mundo, como sería el caso de las siguientes:
– Zona arqueológica de Setefilla. Se encuentra ubicada en la población sevillana de Lora del Río y está siendo analizada desde el siglo XIX. No obstante, sus primeras excavaciones tuvieron lugar en la década de los años 20, de manos de Thouvenot y Bonsor. El resultado de los trabajos acometidos desde entonces han permitido hallar, por ejemplo, una necrópolis.
– Zona arqueológica de Teotihuacán, que se halla enclavada en México. En la misma se han realizado importantes descubrimientos como pinturas murales y, sobre todo, una ciudad prehispánica que fue uno de los centros urbanos más importantes del mundo.
Gracias a zonas arqueológicas donde se ha trabajado mediante excavaciones de todo tipo se han conseguido descubrir importantes hallazgos tales como numerosos fósiles, verdaderas ciudades que habían permanecido sepultadas, palacios….
No obstante, especificando un poco más, podemos decir que los principales descubrimientos han sido la conocida Piedra Rosetta, el ejército chino de terracota, las figuras de Rapa Nui, el mecanismo de Antikythera, los rollos del Mar Muerto, el complejo amurallado de Sacsayhuamán, la ciudad de Troya o el moa del monte Owen.
Eso sin olvidar, por supuesto, el mapa de Piri Reis, el hombre de Grauballe o la tumba de Sunken Skulls.