La palabra aborto proviene del latín abortus, que a su vez deriva del término aborior. Este concepto se utilizaba para referir a lo opuesto a orior, o sea, lo contrario a nacer. Por lo tanto, el aborto es la interrupción del desarrollo del feto durante el embarazo, cuando éste todavía no haya llegado a las veinte semanas. Una vez pasado ese tiempo, la terminación del embarazo antes del parto se denomina parto pretérmino.
En pocas palabras, el aborto implica interrumpir el embarazo, impidiendo que el feto se desarrolle y nazca un niño. Por ejemplo: «La cantante confesó que, cuando era joven, se sometió a un aborto», «La Iglesia ratificó su firme condena al aborto», «La Justicia autorizó el aborto a la niña violada por su padrastro».
Tipos de aborto
Existen dos tipos de abortos: el espontáneo o natural, y el inducido. El aborto espontáneo ocurre cuando un feto se pierde por causas naturales. Las estadísticas señalan que entre el 10% y el 50% de los embarazos finalizan a causa de un aborto natural, que suele estar condicionado por la salud y la edad de la madre.
El aborto inducido, en cambio, es aquel provocado adrede con el objetivo de eliminar el feto, ya sea con asistencia médica o sin ella. Se calcula que cerca de 46 millones de mujeres al año recurren a esta práctica en todo el mundo. De ese total, cerca de 20 millones practican abortos inseguros, que ponen en riesgo la vida de la mujer.
La interrupción voluntaria del embarazo
En el caso de que el aborto sea inducido y mediante la asistencia médica necesaria hay que subrayar que este sigue diversos procedimientos que suponen que se acometan con todas las garantías para la paciente. Así, en los centros médicos que vayan a realizar la operación se siguen una serie de pasos vitales y previos como son la recogida de datos, la ecografía, el análisis, la consulta psicosomática y el consabido y necesario reconocimiento médico.
Estos pasos también son los que se acometen en pacientes que se encuentran en el segundo trimestre quienes de forma habitual son sometidas a la técnica de dilatación y evacuación. Un procedimiento que se caracteriza, entre otras cosas, porque es poco lesiva para la mujer lo que supone que incluso el mismo día de la intervención se pueda marchar a su casa sin necesidad de tener que quedar hospitalizada.
Asimismo a los tipos de aborto mencionados hay que añadir también el que se conoce como aborto farmacológico que se basa en el empleo de la mifepristona o RU 486. Una medicación esta que, de manera frecuente, necesita complementarse de apoyo de tipo instrumental, en concreto con lo que se conoce como raspado.
De igual forma es importante subrayar que la mujer que ingiera dicho fármaco debe ser consciente del conjunto de síntomas que tendrá y que se asemejan a los que sufre toda fémina que tiene un aborto de tipo espontáneo. Entre ellos se pueden encontrar hemorragias, dolores fuertes de tipo menstrual, vómitos, diarreas o fiebre.
El aborto en la legislación
La mayoría de las legislaciones nacionales distingue entre dos clases de abortos inducidos: los terapéuticos y los electivos. Los abortos terapéuticos se justifican a partir de la intención de preservar la vida de la madre que, en caso de continuar el embarazo o producirse el nacimiento, podría estar en riesgo de vida. Este tipo de aborto también es ordenado por un médico cuando el bebé por nacer acarrea una enfermedad genética o congénita de gravedad.
Los abortos electivos, en cambio, suelen ser decididos cuando el embarazo es causado por un delito sexual (una violación) o cuando la mujer no puede o no desea mantener a su hijo por razones económicas y sociales. En la mayoría de los países, esta práctica está prohibida por la ley con la excepción de ciertos casos (violación de una menor de edad, por ejemplo).