El vocablo latino abstrūsus, que puede traducirse como “oculto”, llegó al castellano como abstruso. Se trata de un adjetivo que se emplea para calificar a aquello que resulta complejo de entender.
De comprensión ardua
Lo abstruso es algo cuya comprensión es ardua. Por lo tanto exige ciertos conocimientos o un esfuerzo intelectual. Es habitual que el término refiera a textos intrincados, de gran profundidad o de vocabulario técnico.
Que un contenido sea abstruso no es necesariamente bueno ni malo. En ocasiones, la temática es compleja en sí misma o el estilo del autor acarrea un determinado grado de dificultad. Sin embargo, el discurso puede volverse abstruso sin sentido, con lo cual esta característica supone una falencia de su creador.
Veamos un ejemplo simple. Los periodistas suelen desear que la información que brindan llegue a la mayor cantidad posible de receptores y que sea accesible. Por eso, si en las primeras horas del día se registran precipitaciones, un comunicador debería indicar que se trata de una “mañana lluviosa” y no de una “alborada pluviosa”. Esta segunda expresión es abstrusa y puede hacer que mucha gente no sepa qué quiere decir.
Los economistas, los médicos y otros profesionales, por otra parte, pueden utilizar un lenguaje llano y claro para llegar a más personas o emplear un vocabulario abstruso. Esto suele depender del objetivo del emisor o del contexto: mientras que un documento académico destinado a otros especialistas es normal que resulte abstruso para quienes no son expertos en la materia, una nota publicada en un periódico de circulación masiva tiene que ser simple de entender.
Sinónimos y etimología
Estamos ante un término que no sólo representa una parte del lenguaje poco accesible o difícil de entender para mucha gente, sino que en sí mismo es de uso poco frecuente en el habla cotidiana. Antes de adentrarnos en su etimología, por lo tanto, podemos echar un vistazo a algunos de los sinónimos más frecuentes: inasequible, difícil, ininteligible, incomprensible, oscuro, inaccesible, abstracto, oculto, confuso y profundo. Si bien todos ellos no tienen el mismo significado, podemos decir que simbolizan aquellos conceptos que no se pueden apreciar a simple vista, que requieren ciertas herramientas o bien un esfuerzo particular para que se materialicen ante nuestros ojos. De manera opuesta, algunos de sus antónimos son comprensible, fácil y claro.
Habiendo expuesto estas alternativas a esta palabra podemos pasar a hablar de su etimología. Se trata de un cultismo del latín, específicamente del término abstrusus; esto quiere decir que llegó tarde a nuestra lengua, y que por esa razón no ha sufrido las típicas transformaciones fonéticas que sí apreciamos en otros, los más antiguos. En su lengua original, su significado era muy similar, incluyendo la idea de «secreto», y era el participio perfecto de abstrudere, que se puede definir como «disimular, encubrir o esconder», aunque en sus orígenes significaba «empujar a una gran distancia». Por su parte, éste se compone del prefijo abs- y del verbo trudere («echar, arrastrar hacia el exterior, arrojar, empujar con vigor»).
Algunos estudiosos de la lengua opinan que este último está vinculado en su raíz con el término trux, trucis («salvaje, feroz, rudo, fiero»), del que obtuvimos truculento, o del vocablo griego τρύω, que da la idea de un desgaste tras frotar un objeto o bien de «consumir».
Esto abre las puertas a dos posibilidades bien definidas: si el origen de abstruso se encontrara en trux, entonces también estaría relacionado con la raíz indoeuropea *tres, que da la idea de «atravesar» y se suele asociar con el prefijo trans y las palabras truncar y tronco. Si, en cambio, su origen estuviese en el griego τρύω, la raíz indoeuropea correcta sería *terə-1, que indica «taladrar, girar o frotar» y la encontramos en triturar, tribulación y trigo, entre otras palabras castellanas.