Del latín affectus, el afecto es una de las pasiones del ánimo. Se trata de la inclinación hacia a alguien o algo, especialmente de amor o cariño. Por ejemplo: “La actitud de Ricardo fue una auténtica demostración de afecto”, “Todos los niños deben ser tratados con afecto”, “El afecto es imprescindible en las relaciones humanas, pero no impide que puedan producirse roces y conflictos”.
Es habitual que la noción de afecto se utilice de manera más formal o distante que el concepto de amor. No es lo mismo sentir afecto por alguien que amarle. Por otra parte, no es frecuente decir que se ama a un objeto, mientras que tener afecto por una cosa es más común: “No voy a regalar ningún juguete de mi infancia ya que les tengo mucho afecto a todos”, “Yo sé que debería decirle lo que pienso, pero no quiero lastimarlo ya que siento afecto por él”.
El afecto según la psicología
Para la psicología, la afectividad es la susceptibilidad del ser humano frente a distintas alteraciones del mundo real o simbólico. Por lo general se produce a través de un proceso interactivo (quien siente afecto recibe algo de la otra parte): “Lautaro sintió un gran afecto al enterarse de la noticia”.
Algunos de los puntos fundamentales de la afectividad son los siguientes: la preponderancia de la familia y de las relaciones amorosas; se inhiben las funciones de la consciencia; se plantean metas bien definidas hacia las cuales se dirigen el querer, las tendencias y el sexo; se produce una oscilación entre lo que agrada o desagrada y lo que se odia, que representan dos polos de tipo sexual.
Los aportes de Damásio y Spinoza
Según Antonio Damásio, un reconocido médico neurólogo originario de Portugal, las emociones y todas las reacciones que de ellas se desprenden tienen una conexión con el cuerpo, pero los sentimientos están ligados a la mente. A pesar de que nadie haya establecido una serie de diferencias formales entre el afecto y las emociones, hay autores que definen el primero como un proceso de interacción entre un mínimo de dos personas, pero consideran que las últimas ocurren en la intimidad de cada individuo.
Por otro lado, existe la postura de Benedicto de Spinoza, un filósofo neerlandés del siglo XVII, opuesta a la anterior en cuanto a los vínculos entre afecto, emociones, cuerpo y mente. Según sus estudios, existían diversos afectos, que podemos observar a continuación:
* el deseo: cuando una persona se determina a realizar una acción movido por una afección que proviene de su propia esencia;
* la alegría: se da al trascender de un grado de perfección a otro mayor;
* la tristeza: el fenómeno inverso a la alegría;
* la admiración: tiene lugar cuando el alma queda perpleja ante una imagen, dado que no puede conectarla con otras;
* el desprecio: dado el insignificante impacto producido en el alma por una cosa, la primera intenta buscar todo lo que en esta última no encuentra, en lugar de prestar atención a lo que sí advierte en ella;
* el amor: es la combinación de una alegría con un hecho de origen externo al propio ser;
* el odio: similar al amor, se conjuga una tristeza con una causa externa;
* la propensión: se da cuando la idea de un objeto que accidentalmente provoca alegría, acompaña a una alegría;
* la adversión: es como la propensión, pero en lugar de alegría se centra en una tristeza.
Estar afectado
Por otra parte, se dice que una persona está afectada a algo cuando es destinada a prestar sus servicios o ejercer funciones en una cierta dependencia.
“Los jugadores afectados a la concentración no pudieron pasear por la ciudad” y “Los vecinos afectados decidieron llevar su protesta a los tribunales” son frases que muestran este uso.