El adjetivo aferente tiene su origen etimológico en el vocablo latino affĕrens. En el sentido más amplio, este calificativo se aplica a aquello que traslada o lleva algo.
La noción suele emplearse en el terreno de la biología y de la anatomía. Un aferente es una formación cuya función es transmitir sustancias o energía desde un sector del cuerpo hacia otro más relevante en este contexto. Por extensión, se llama aferentes a las sustancias o los estímulos que se transmiten de esta forma.
Neuronas aferentes
Las neuronas aferentes, en este marco, se encargan del transporte de los impulsos nerviosos desde los órganos receptores hasta el sistema nervioso central (SNC); el proceso inverso es desarrollado por las neuronas eferentes, que llevan los impulsos nerviosos hacia fuera del SNC. Estas neuronas cuentan con una sola dendrita, de gran extensión, y un axón corto; su cuerpo tiene aspecto redondeado y una textura lisa.
Una neurona aferente, por lo tanto, traslada el impulso hacia el SNC desde los sectores que se ubican a su alrededor. Se puede distinguir entre las neuronas aferentes viscerales (que se encargan de los estímulos procedentes de las vísceras) y las neuronas aferentes somáticas (relacionadas al dolor, la temperatura, etc.).
La percepción de la realidad
En este contexto, podemos decir que los seres humanos percibimos el mundo a nuestro alrededor por medio de los mecanismos fisiológicos que tienen lugar cuando procesamos la información aferente; algunos de los puntos claves son la conversión en actividad nerviosa codificada a partir de la energía proveniente del estímulo, gracias a lo cual accedemos a datos tales como la ubicación, la intensidad, la duración y la calidad del estímulo en cuestión.
La codificación de los potenciales de acción da lugar a varios patrones temporales, por medio de diversas fibras nerviosas. Dicho código es la representación de los datos que vienen del mundo exterior y, así como ocurre con frecuencia al interpretar un símbolo, puede diferir de forma considerable de los elementos que representa.
A veces sucede que la información aferente codificada se incorpora al conocimiento consciente del entorno material, es decir, que tiene un correlacionado consciente. Este tipo de información se conoce con el nombre de sensorial, mientras que la experiencia de los eventos y objetos del mundo a nuestro alrededor que ocurre de manera consciente e ingresa por medio del procesamiento nervioso se llama percepción.
El cuerpo de la neurona aferente se halla en ganglios de pequeñas dimensiones que se ubican a ambos lados de la columna vertebral. Se divide en dos porciones: la fibra periférica, que se extiende hasta una terminación sensitiva y es la más grande; aquella que penetra la médula espinal a través de la raíz dorsal.
En el sistema nervioso se dan tres fenómenos que se relacionan entre sí en una especie de círculo: sensación, decisión y reacción. Se trata de un proceso que tiene lugar por medio de la acción de las neuronas aferentes, las eferentes y las interneuronas. Un ejemplo muy común puede ser el contacto con la llama de una vela, al cual sigue una sensación de dolor, luego de que la información haya sido llevada hasta el cerebro por medio de las neuronas aferentes, una reacción ante el dolor y una decisión con respecto a la forma en la que nos relacionaremos con el fuego en el futuro.
El sistema aferente y un tipo de arteriolas
El sistema aferente, también conocido como sistema sensorial, se dedica al procesamiento de los datos sensoriales. Los cinco sentidos son parte del sistema aferente, que permite recibir el estímulo para luego transmitirlo y posibilitar la respuesta necesaria en cada caso, de acuerdo a las características propias del estímulo en cuestión.
Se conoce como arteriolas aferentes, por último, a los vasos sanguíneos que abastecen a las nefronas (las unidades funcionales más importantes de los riñones). Estos vasos ayudan a regular la presión sanguínea.