Una de las tareas principales del amanuense era la copia de libros a mano.
El vocablo latino amanuensis llegó al castellano como amanuense. Así se llama al individuo que se dedica a escribir a mano aquello que se le dicta o lo que copia de otro escrito.
TemasReproducción de libros a mano
También conocido como copista, el amanuense era quien se encargaba de la reproducción de los libros a mano. Por lo tanto, tomaba una obra y empezaba a copiarla manualmente, palabra por palabra, hasta lograr la copia completa.
El amanuense resultaba muy importante cuando la imprenta de tipos móviles aún no se había inventado. A medida que sumaba experiencia, el amanuense adquiría mayor velocidad para realizar las copias, pudiendo reproducir hasta unos tres folios diarios. De esta manera, el copiado de un manuscrito podía demandarle varios meses.
Es necesario tener en cuenta que el amanuense o copista se centraba en lo referente a la reproducción de la escritura de la obra. El copiado de las ilustraciones era tarea de otro tipo de especialista.
Antiguo Egipto
Los amanuenses tenían una significativa reputación social en el Antiguo Egipto. Aquellos escribas cumplían distintas funciones, como la reproducción de los jeroglíficos que posibilitan la transmisión del saber. Los dirigentes, en este marco, necesitaban a los amanuenses para múltiples cuestiones administrativas.
Además de los trabajos de copiado, los antiguos amanuenses egipcios también debían encargarse de la inscripción, la clasificación y la contabilización. Para ello, usaban más de un tipo de escritura, como la demótica o la hierática, gracias a los cuales eran capaces de acelerar el proceso. Con respecto a los materiales, se valían de ostracas (fragmentos de cerámica o conchas) o papiros, y escribían con un cálamo (una caña hueca, con un extremo oblicuo).
Es importante resaltar la importancia que tenían para el Estado, algo que no cuesta imaginar si reconocemos la fuerza de la palabra escrita. De hecho, formaban parte de una casta especial cuyo desempeño se podía apreciar en casi todos los ámbitos donde la escritura y el cálculo fueran indispensables. Algunos trabajaban directamente para la realeza, y fue en ese entorno que durante mucho tiempo surgían los amanuenses, cuya formación recibían de sus padres y pasaban a sus hijos, proceso que potenció su especialización.
Se sabe que muchas familias deseaban este puesto de trabajo para sus hijos, ya que les garantizaba una educación completa y tareas que no pusieran en riesgo su integridad física. Todo esto sin olvidarnos de las conexiones y los privilegios incomparables de desempeñar un cargo para las personas más influyentes. Sus estudios comenzaban en la tierna infancia, alrededor de los cinco años, y concluían a los diecisiete; incluían, además de la escritura, la lectura de obras clásicas, gramática, derecho, historia, contabilidad, geografía y otras lenguas.
Antigua Grecia
En la Antigua Grecia y en tiempos del Imperio romano, los copistas también eran muy relevantes. Los libreros, por ejemplo, contaban con amanuenses a quienes ordenaban reproducir los libros que comercializaban.
Nótese que, a diferencia de lo que ocurrió en el Antiguo Egipto, los amanuenses griegos no contaban con privilegios a nivel social, sino que se limitaban a desempeñar un oficio como cualquier otro. De hecho, era una habilidad que tampoco gozaba de una especial admiración.
Los antiguos amanuenses egipcios gozaban de privilegios a nivel social.
Esto no quiere decir que pudiera realizarlo cualquier persona, ya que también en Grecia era necesario un alto nivel de educación y una cierta destreza, además del sentido de responsabilidad y la dedicación. Una vez finalizado el trabajo de escritura llegaba el momento de la corrección, que a veces realizaba un especialista.
Edad Media
Ya en la Edad Media, los amanuenses solían trabajar en los monasterios, dedicándose a la preservación y la difusión de los libros. Cada amanuense podía encontrarse recluido en una celda o desarrollar su labor en una dependencia común.
