La noción de anclaje tiene varios usos de acuerdo al contexto. El término hace referencia al acto y el resultado de anclar: fijar algo a la superficie o a otro sitio, determinar el valor de un servicio o de un producto.
En navegación
Es habitual que el concepto de anclaje aparezca en el terreno de la navegación. Al anclar una embarcación, se realiza su anclaje. En este caso, anclar implica hacer que la nave quede sujeta gracias al ancla, que es un dispositivo metálico con ganchos que está unido a una cadena. Al echar el ancla al agua, este instrumento se hunde por su peso y sus ganchos se clavan en el lecho, sujetando al barco al cual queda unido por la cadena.
La Real Academia Española (RAE), en su diccionario, indica que anclaje también puede usarse como sinónimo de fondeadero. Un fondeadero, a su vez, es un lugar que presenta la cantidad de metros de profundidad necesaria para que una embarcación esté en condiciones de fondear (es decir, de echar anclas para que se introduzcan en el fondo).
Un tributo portuario
Anclaje, por otra parte, alude al tributo que un puerto cobraba para permitir que los barcos fondeen en él. El anclaje solía aplicarse en puertos españoles.
Aquella nave que pretendía fondear en determinados puertos, por lo tanto, debían pagar por ese derecho. El puerto incluso cobraba si el navío no desembarcaba mercaderías o si se veía forzado a fondear por una tormenta.
Anclaje de precio
La RAE, por último, reconoce otro uso de anclaje que es frecuente en Argentina y que se asocia a la fijación del precio de un servicio o de un bien.
Texto de anclaje
En el ámbito de Internet, se conoce con el nombre de texto de anclaje a aquella parte de un documento que actúa como hipervínculo entre dos contenidos. También se puede denominar enlace, ya que relaciona dos puntos, que pueden estar o no dentro de la misma página. Para activar este elemento es necesario «tocarlo»: si estamos usando un ordenador, debemos hacer clic sobre él; desde un dispositivo con pantalla táctil, en cambio, basta con posar el dedo sobre él.
Forma parte del lenguaje HTML, y se reconoce por sus etiquetas <a> y </a>, las cuales deben encerrar el contenido a vincular. Cabe mencionar que si bien se habla de texto de anclaje, estas etiquetas pueden ponerse alrededor de otro tipo de contenido, como ser una imagen, y ofrecer el mismo resultado: conseguir que se convierta en un enlace a otra página u otra parte de la actual. En la primera, que se llama de apertura, también debemos especificar el destino usando la propiedad href.
Si el hipervínculo apunta a otro documento, debemos especificar su dirección completa, como ser «https://www.dominio.com/documento-destino.html». Si, en cambio, deseamos enlazar el texto de anclaje con otra parte del documento actual, es necesario un paso extra: en primer lugar, debemos colocar en el elemento de destino un nombre único usando su propiedad id; seguidamente, en href debemos escribirla agregando el símbolo numeral delante (si fuera «comienzo», se convertiría en «#comienzo»).
La utilidad del texto de anclaje no termina simplemente en el vínculo de dos elementos o páginas, sino que en el mejor de los casos puede potenciar el desempeño de un sitio web, aumentando las visitas y, por ende, los ingresos. Sin embargo, no basta con usarlo ni tampoco se recomienda un exceso, sino que debe existir un equilibrio entre los enlaces llamados entrantes (los que se encuentran en fuentes externas y apuntan a nuestras páginas) y los internos (que relacionan las diferentes partes de nuestro sitio).