Se cataloga como arrendatario a aquel individuo que toma una determinada cosa o servicio en arrendamiento. Arrendar, por otra parte, significa ceder, hacer una transferencia o asumir el aprovechamiento temporario de algo a cambio del abono de una determinada tarifa. Esto significa, por lo tanto, que arrendar funciona como sinónimo de alquilar, por lo que el arrendatario es el sujeto que toma algo en alquiler.
Por dar ejemplos de uso: «Si el arrendatario no cumple con sus obligaciones, voy a desalojarlo», «El arrendatario llamó para avisar que mañana vendrá a pagar el alquiler», «La compañía arrendataria se ha comprometido a invertir el 10% de los ingresos en obras de infraestructura».
El arrendatario y el arrendador
En los contratos de arrendamiento, la parte que asume el rol de arrendador se compromete a traspasar la utilización y el aprovechamiento de un elemento (que puede ser, de acuerdo a cada circunstancia, inmueble o mobiliario) de manera temporal, al arrendatario. Éste, por su parte, asume el compromiso de abonar un determinado precio por habitar o hacer uso del mobiliario, habitación o vivienda.
El pago de esta tarifa puede acordarse de distintas formas entre los involucrados: puede consistir en una obligación periódica (denominada renta o alquiler) o en una única transacción. El pago también puede concretarse con cosas equivalentes al precio del producto, sin dinero de por medio.
El caso de las viviendas
Veamos el caso del arrendamiento de una casa. El arrendador le entrega las llaves al arrendatario para que éste pueda vivir en la construcción y hacer uso de las instalaciones a cambio de un pago mensual. El contrato establecerá muchas otras condiciones y fijará la duración de este acuerdo. Lo habitual es que el arrendatario entregue todos los meses una suma de dinero en efectivo al arrendador en concepto del arrendamiento de la vivienda.
Algunas de las condiciones más comunes a la hora de alquilar una vivienda para uso personal es la prohibición absoluta de convertirla en una tienda comercial o de realizar actividades ilícitas, tales como la prostitución. Otro punto importante es que no se subalquile el inmueble o parte del mismo, o sea que no se ceda a terceros exigiendo un pago, ya que se tratará necesariamente de una transacción ilegal. Si bien en muchos casos se requiere que uno o más garantes certifiquen que los arrendatarios son personas confiables, ninguna declaración es suficiente, y el arrendamiento conlleva inevitablemente que se confíe ciegamente en el otro.
Arrendatarios de campos
Otro ejemplo se encuentra cuando el arrendador concede el uso y el aprovechamiento de un campo al arrendatario a cambio de un porcentaje de los cultivos.
Un acuerdo posible es que, si en el campo se plantaran tomates, el arrendador pudiera exigir el 30% de la cosecha al arrendatario.
Solidaridad en tiempos de crisis
En una época en la cual los desahucios son moneda corriente, hay personas que intentan dar una mano a quienes más la necesitan para evitar que se vean forzados a vivir en la calle. Un ejemplo es la campaña que en septiembre de 2012 llevó a cabo el gobierno de Bilbao, que consistió en ofrecer viviendas compartidas a un simbólico precio de 50 euros por inquilino, exigiendo a cambio que se comprometieran a colaborar en determinadas actividades sociales.
Por otro lado, manteniendo la suma de 50 euros, la municipalidad valenciana de La Alcudia ofrece por medio de la fundación Toda Ayuda un total de 25 pisos a estrenar que constan de dos o tres habitaciones a familias que hayan sido víctimas de un desahucio. Se trata de apartamentos que llevan más de un año en venta y que han sido otorgados por sus dueños para su uso en esta propuesta.