El arribismo consiste en ascender de forma prematura, sin importar los medios.
El arribismo es la conducta tradicional de la persona arribista. Un individuo arribista, en tanto, es alguien carente de escrúpulos que pretende prosperar o ascender de manera rápida, privilegiando el fin antes que los medios.
TemasMaterialismo y egoísmo
Por lo general el arribismo implica pretender ser alguien diferente, negando u ocultando las raíces. El arribista busca pertenecer de forma inmediata a otro ámbito o círculo social, al que considera mejor o superior en comparación con el propio. Además reniega de quienes lo acompañaban o estaban en su misma posición.
Como consecuencia del arribismo, el sujeto suele ser rechazado por su grupo de origen y, a su vez, no es aceptado en el nuevo entorno. Esto se debe a que su conducta no se vincula con el progreso natural ni con las ambiciones sanas y lógicas de desarrollarse, sino que está asociada al materialismo y el egoísmo.
Aquel que opta por el arribismo deja de lado los valores morales para conseguir, sin demoras, aquello que desea. En su camino intenta volverse influyente y acaparar poder: así, según su postura, puede alcanzar un lugar ventajoso para enriquecerse e imponer sus condiciones.
En la política, por mencionar un caso, el arribismo está muy mal visto. Se espera que los dirigentes, antes de ejercer cargos públicos o de acceder a puestos de gobierno, hayan militado durante años y trabajado cerca de la gente con un compromiso real y duradero. Si un magnate, aprovechando su fortuna, desembarca repentinamente en el terreno político para seguir acumulando dinero y poder, puede decirse que es un arribista.
El fin justifica los medios
Esta frase hecha, que encontramos en muchos idiomas, suele atribuirse al político italiano Nicolás Maquiavelo, pero también se cree que pueden haberla acuñado Napoleón, Ignacio de Loyola o Thomas Hobbes, entre otros. En cualquier caso, es muy difícil encontrar una situación en la cual su propuesta resulte aceptable para respetar los valores que consideramos fundamentales en la vida en sociedad. Dado que cada individuo es tan sólo una unidad de un grupo inmensamente mayor, no puede actuar con absoluta libertad, sino que debe ceñirse a una serie de límites para asegurarse de no pasar por encima de la libertad ajena, ya sea de otro ser humano, un animal o una planta.
Cada paso que damos, cada decisión que tomamos debe partir de esta noción para cuidar nuestro entorno y obtener beneficios que realmente nos merezcamos, en lugar de arrebatárselos a otro. Mencionamos a las demás especies, e incluso a los demás reinos, porque cualquier tendencia que vulnere los derechos de alguien suele ir más allá de los límites de la humanidad; basta con sentir que tenemos más poder que nuestro vecino para afirmar esto en relación a otras especies. El arribismo, como otros ismos, aprueba o valida ciertos abusos en pos de un objetivo que nadie debería poder alcanzar.
No hay límites para un arribista, y eso lo lleva a vulnerar los derechos ajenos.
El progreso en la vida debería ser gradual para todos: esto no niega las injusticias del azar, que priva a ciertas personas de alguno de sus sentidos o las hace cargar con enfermedades degenerativas, que les impide gozar de las mismas oportunidades que el resto. Pero al menos si estudiamos un par de individuos con iguales herramientas, ambos deberían avanzar de a un paso, trabajando para obtener beneficios que realmente le correspondan, y respetando los del prójimo en todo momento.
Como mencionamos más arriba, el arribismo no sólo es mal visto por la injusticia que supone pasar por encima de otras personas en el camino hacia el ascenso, sino también por la falta de preparación que supone llegar a un puesto de trabajo dando un salto exagerado, que omita la etapa de práctica.
