Se conoce como autoecología al análisis de los vínculos que establece una especie con el medio ambiente. Se trata de una rama de la ecología: la ciencia centrada en los seres vivos como integrantes de un medio, dedicada al estudio de las relaciones que los organismos desarrollan entre sí y con dicho medio.
TemasNivel elemental de la ecología
El término autoecología comenzó a usarse en 1910. Puede afirmarse que constituye el nivel elemental de la ecología, ya que examina a las especies a partir de su interacción con aquello que está a su alrededor.
La autoecología es la relación de los organismos con su entorno.
La autoecología, en este marco, observa cómo las especies se adaptan a los factores bióticos y a los factores abióticos del ambiente. Este proceso implica una modificación sucesiva, con las distintas generaciones, de las características etológicas, morfológicas y fisiológicas de los ejemplares.
Esas adaptaciones investigadas por la autoecología pueden apreciarse en múltiples situaciones y casos. La hibernación de las marmotas es un ejemplo. Estos animales pasan varios meses en sus madrigueras durante la época más fría del año, con lo cual minimizan el gasto de recursos y pueden subsistir ante la adversidad climática.
La temperatura, la llegada de los rayos solares a la superficie, el viento y la contaminación, entre muchas otras variables, inciden en la autoecología de una especie. Estas cuestiones obligan a los seres vivos a cambiar (o, dicho con mayor precisión, a evolucionar) para estar en condiciones de sobrevivir, desarrollarse y reproducirse. Sin una adaptación exitosa al medio ambiente, se puede desencadenar un proceso que derive en la extinción de la especie.
Reconocimiento
La especie se considera la unidad funcional fundamental de todo ecosistema, y sus individuos comparten un cierto número de adaptaciones a su medio, las cuales actúan directamente en su ecología. De acuerdo con la autoecología, el reconocimiento es la capacidad de encontrar potenciales parejas dentro de la propia especie para reproducirse, distinguiéndolas de manera inequívoca de los individuos pertenecientes a otras especies. Para ello algunos animales se enfocan en la presencia de ciertas feromonas o en la exhibición de bailes y cantos.
Si los animales no contasen con este recurso, sus probabilidades de reproducirse serían muy reducidas, y presentarían una gran inestabilidad. Si se cruzaran con otras especies por error, se expondrían al contagio de diversas enfermedades, además de dar lugar al surgimiento de nuevas subespecies que no tendrían el tiempo suficiente para adaptarse a su medio. La naturaleza persigue el equilibrio, y por eso cada uno de sus componentes nace con funciones bien definidas, incluyendo las herramientas para relacionarse con su entorno.
Necesidades y equilibrio
La población de cada especie, salvando la nuestra, se mantiene dentro de ciertos límites que cambian de forma dinámica para adaptarse a las condiciones de su hábitat. Los animales persiguen el equilibrio entre la cantidad de individuos de su grupo y los recursos que tienen a su disposición para alimentarse y establecer sus asentamientos.
Las especies deben adaptarse a condiciones como el cambio climático para subsistir.
Claro que los cambios climáticos, las catástrofes y la constante invasión por parte del ser humano alteran con gran frecuencia sus espacios naturales, y esto los obliga a adaptarse para reajustar sus números hasta alcanzar un nuevo equilibrio. Gracias a las coincidencias que suelen presentar los individuos de una misma especie, como ser sus necesidades alimentarias y ambientales, además de su tolerancia al clima, pueden organizarse con mayor facilidad que las personas.
A través de la autoecología es que encuentran el sitio más adecuado a estas necesidades para desarrollarse de manera favorable. Cuando algunos de los factores externos les impiden continuar viviendo en un hábitat, deben tomar decisiones que también parten de su conocimiento del entorno, como ser comenzar un proceso de hibernación o migrar a otra parte.
