Aunque el término autopercepción no aparece en el diccionario de la Real Academia Española (RAE), es posible descubrir su significado analizando los dos vocablos que lo forman: auto y percepción.
Auto- es un elemento compositivo que alude a lo propio. La idea de percepción, en tanto, refiere a captar algo por los sentidos o a comprenderlo.
Qué es la autopercepción
A partir de estas definiciones, podemos saber qué es la autopercepción. Así se denomina a la capacidad del ser humano de percibirse a sí mismo.
Gracias a la autopercepción, un individuo comprende sus emociones, su estado anímico y su situación sentimental. La noción se vincula a otras que tienen que ver con el reconocimiento o la valoración de cuestiones propias, como el autoconcepto, la autoestima y la autoimagen.
La autoestima
La autoestima, un concepto usado con mucha frecuencia en el habla cotidiana, hace referencia al valor que cada persona se adjudica a sí misma, es decir, a la valoración que hace de sí misma en referencia a las demás: valgo menos, igual o más que tal o cual individuo. En cualquiera de sus dos extremos, sobra decirlo, es peligrosa, ya que contribuye con una distorsión de la propia imagen y esto afecta las relaciones.
La autopercepción es más puntual, porque se produce o se renueva con cada acto, con cada actitud, mientras que la autoestima es una suerte de calificación global. A pesar de sus diferencias, ambos conceptos están íntimamente ligados, para bien y para mal. Si nuestra autoestima es demasiado elevada, probablemente nuestra autopercepción nos empuje a considerar nuestros actos de forma favorable, más allá de sus verdaderas consecuencias en nuestro entorno, y viceversa.
Por esta razón, no es tan fácil moldear la autoestima pero sí la autopercepción, ya que es un trabajo que podemos llevar a cabo de a poco, paso a paso. Para ello debemos esforzarnos en llevar a la consciencia cada situación que vivimos, desmenuzarla y encontrar aquellos puntos que debiéramos cambiar.
Autopercepción y subjetividad
Los seres vivos tendemos a actuar de forma casi automática una vez que aprendemos e interiorizamos cuestiones como el lenguaje, diferentes acciones y actividades: no nos detenemos a pensar en nuestra entonación al saludar a nuestros vecinos, ni en nuestra técnica a la hora de cepillarnos los dientes, y por eso la autopercepción no siempre es tan precisa. «Yo lo saludo bien, no sé, de manera normal, ¿no?» es una respuesta típica ante un reproche por falta de simpatía al dar los buenos días, por ejemplo; pero quizás si el interlocutor revisara conscientemente sus formas, descubriría que su entonación no es muy alegre.
Como complemento de este análisis se debe poner en práctica el desafío de cambiar aquellas cosas que parecen inamovibles, para convertirnos en seres más sociables. Es importante tener en cuenta que el resultado de la autopercepción es subjetivo. Aquello que alguien percibe de sí mismo puede estar distorsionado respecto de la realidad.
La autopercepción influye en cómo una persona interpreta, de manera subjetiva, ciertos aspectos de su personalidad que entran en juego en las relaciones que establece con los demás. Por extensión, la autopercepción incide en la integración de cada uno a la sociedad.
La teoría de Bem
El psicólogo estadounidense Daryl Bem es el responsable del desarrollo de la teoría de la autopercepción. Según este profesional, los seres humanos estudian su comportamiento para descubrir qué es lo que lleva a actuar de un determinado modo. Así pueden seleccionar actitudes que luego aplican en situaciones análogas que surgen en el futuro.
Para Bem, la autopercepción permite que los sujetos aprendan de sus acciones y modifiquen su personalidad en base a ese aprendizaje. Por eso la personalidad se moldea con la acción y no al revés.