Balastro es un término que, de acuerdo al diccionario de la Real Academia Española (RAE), se emplea como sinónimo de balasto, que proviene del inglés ballast (traducible como “lastre”).
Estos conceptos aluden a una capa de piedra triturada o de grava que suele colocarse sobre las carreteras antes de poner el pavimento y sobre las vías del ferrocarril para asentar las traviesas. El balastro además tiene otros usos en la industria y en el sector de la construcción.
Características del balastro
El balastro forma parte de los áridos. Así se menciona a los materiales granulados que, gracias a su resistencia mecánica y a su estabilidad química, se emplean como materia prima.
Al igual que el resto de los materiales granulados, el balastro se compone de múltiples partículas sólidas macroscópicas. Esto quiere decir que pueden apreciarse sus componentes a simple vista. Estas partículas, a su vez, interactúan entre sí mediante fuerzas de fricción, con lo cual evidencian una tendencia a disipar la energía de manera rápida.
La granulometría (el tamaño de las partículas) es muy importante ya que tiene que garantizar que los componentes queden trabados y que el drenaje sea el adecuado. Cabe destacar que el balastro se desarrolla a partir del triturado de distintos tipos de roca.
Usos y aplicaciones
Es habitual que el balastro se use como base de una pavimentación (un revestimiento del suelo). Sirve para pavimentos aglomerados y para pavimentos continuos, cumpliendo la misma función.
En el caso de las vías férreas, el balastro suministra estabilidad, amortigua las vibraciones producidas por el paso de los trenes, permite el drenaje del agua de lluvia y se encarga de la distribución de las presiones que la vía traslada al terreno.
Hay que tener en cuenta que, en las líneas de alta velocidad, no suele utilizarse balastro debido a que sus componentes pueden desprenderse y, de este modo, causar un daño a los trenes. Por eso se opta por plataformas de hormigón.
El balastro eléctrico
El balastro o balasto eléctrico es un artefacto que permite la regulación de la corriente eléctrica en una lámpara. Por lo general dispone de una bobina de alambre de cobre que se enrolla sobre un núcleo de acero o hierro, funcionando como una reactancia inductiva.
Los componentes de los balastros son el núcleo sobre el cual se enrolla la bobina; la carcasa que protege tanto la bobina como los cables que se conectan con el circuito externo; y el sellador que actúa como aislante, ubicándose entre el núcleo y la carcasa.
Lo que hace el balastro eléctrico, que puede ser de resistencia fija o variable, es limitar y asegurar la estabilidad de la intensidad. Si nos centramos en las lámparas fluorescentes, primero brinda la alta tensión que se necesita para que el tubo se encienda y luego limita el paso de la corriente.
Existen también los balastros electrónicos. En este caso, el balastro apela a un circuito de semiconductores que garantiza un arranque rápido y carente de parpadeos. Estos dispositivos se pueden usar para la alimentación simultánea de varias lámparas.