La etimología de brocha no está clara, aunque se cree que podría derivar del francés dialectal brouche o del italiano brusca. El término se emplea para aludir a una herramienta que tiene varios usos.
En su sentido más amplio, una brocha consta de un mango y de un conjunto de cerdas o pelos que permiten aplicar una pintura, un maquillaje u otra sustancia sobre una superficie. Los rasgos del utensilio dependen de su finalidad.
Partes de una brocha
La brocha, más allá de sus características específicas, consta básicamente de tres partes: el mango, las cerdas y la virola. Las particularidades de estos elementos, de todas formas, pueden variar.
Tomemos el caso del mango. Así se denomina al sector alargado que permite agarrar el instrumento. Puede fabricarse con plástico o madera y tener distintas longitudes de acuerdo al uso que se le dará a la brocha.
Las cerdas, en tanto, son los pelos gruesos que se embadurnan con la sustancia que se pretende aplicar. Hay cerdas de cerdo, cerdas de caballo, cerdas de jabalí y de otros animales, pero también puede tratarse de filamentos sintéticos.
La virola, finalmente, es aquella pieza que vincula el mango y las cerdas. En ciertos casos no está presente, ya que las cerdas se unen directamente al mango.
La aplicación de pintura
Las brochas de pintura constituyen una herramienta indispensable para los pintores. Cuando se desea cubrir una superficie de gran tamaño, se usan brochas planas y anchas. Esto permite pintar con rapidez.
En cambio, si se desea pintar una superficie angosta o que resulta irregular, lo habitual es que se apele a una brocha redonda. Así es más sencillo dosificar la pintura y no salir de los límites de lo que se pretende pintar.
Las brochas de pintura de mayor calidad son aquellas que presentan cerdas flexibles y compactas. Así no generan rayas ni estrías y posibilitan que la superficie en cuestión sea tratada de manera uniforme.
La limpieza de la brocha depende del tipo de pintura usada. Las pinturas que se basan en disolventes requieren que la brocha sea limpiada con aguarrás, mientras que las brochas empleadas con pinturas al agua pueden lavarse, justamente, con agua.
Brocha de afeitar
La brocha de afeitar es el objeto que se usa para esparcir espuma o crema de afeitar por el rostro. Lo que se hace es introducir las cerdas de la brocha en el producto para luego desparramarlo por la cara.
Pese a que muchos hombres siguen eligiendo estas brochas, actualmente el instrumento perdió popularidad. Esto se debe a que existen espumas en bote y geles que se aplican con la mano, sin necesidad de brocha de afeitar.
Distribución del maquillaje
Los polvos de maquillaje que permiten disimular imperfecciones del rostro o resaltar facciones se aplican con una brocha. Lo mismo ocurre con el colorete (el cosmético que otorga color a las mejillas).
Otros productos, en cambio, se aplican con pinceles. A diferencia de las brochas, los pinceles ofrecen mayor precisión y llegan a zonas estrechas como los labios o los párpados.