Cadáver es el nombre que recibe un cuerpo que antes ha estado vivo pero que ahora está muerto. Se trata de los restos físicos que deja un ser vivo tras fallecer.
Por ejemplo: «La policía encontró un cadáver debajo del puente: los investigadores creen que se trata de un homicidio«, «El cadáver del ex presidente será embalsamado y expuesto en un museo», «Me dio mucha impresión ver el cadáver de ese caballo».
Por diversas razones, el ser humano siempre ha tratado de deshacerse de los cadáveres. La cremación y el entierro de los cuerpos son los métodos más habituales. Es importante destacar que las bacterias y otros organismos se encargan de la descomposición de los cadáveres.
Conservación de un cadáver
Para evitar que la descomposición avance, es posible colocar el cadáver en un ambiente con baja temperatura. Esta técnica es utilizada en las morgues para conservar los cadáveres, que muchas veces deben ser sometidos a análisis y estudios para determinar la causa de muerte de la persona.
En algunos casos se intenta conservar la integridad del cadáver, evitando la putrefacción. El embalsamamiento, en este marco, consiste en inyectar bálsamos, resinas y otras sustancias químicas al cuerpo para su conservación. Muchas veces se embalsama el cadáver de líderes fallecidos con fines rituales.
Las personas y los animales
Los seres humanos hemos perdido el contacto con la naturaleza a tal punto que en la actualidad es normal que sintamos un profundo desagrado ante la presencia de un cadáver, mientras que el resto de los animales aceptan la muerte como uno de los fenómenos necesarios e inevitables de nuestro paso por este planeta.
Por otro lado, las personas que comen carne niegan el origen de sus alimentos al punto de detestar cualquier referencia al sufrimiento del animal; un ejemplo muy común es la reacción de desagrado de los padres cuando sus hijos pequeños hacen preguntas acerca de las vacas, los cerdos y las gallinas, entre otras especies, durante la cena.
La imagen de un cadáver suele provocarnos arcadas, el mismo día que nos preparamos un trozo de carne asada para comer; vemos una vaca muerta y huimos con el estómago revuelto, pero esa misma noche nos alimentamos de una de sus hermanas, o hijas, o de su propia madre, y no sentimos asco ni pena.
Exhibición del cadáver
A los cadáveres de «los nuestros» tampoco los tratamos con naturalidad, sino que contratamos a un extraño para que los maquille, los vista de fiesta y los coloque en un carísimo cajón, junto al cual lloraremos durante unas horas hasta que otro grupo de extraños se encarga de enterrarlo de una forma absolutamente artificial y perjudicial para el medio ambiente.
Claro que hay excepciones, tan absurdas como el maquillaje y los entierros en cajones contaminantes: la exposición de cadáveres en vitrinas durante siglos en catedrales y museo. Mientras que se nos revuelve el estómago si vemos ciertos cuerpos inertes, pagamos viajes y tarifas de admisión para admirar otros, que llevan años y años combatiendo los procesos naturales de descomposición.
Dependiendo del punto de vista, exhibir un cadáver puede tratarse de una falta de respeto, de una humillación. Para quienes consideran el cuerpo de un difunto algo sagrado, esto no es más que un acto vandálico y repudiable. Para los devotos de un santo o los seguidores de un antiguo gobernante al cual pueden ver en su eterno descanso, sin embargo, estas técnicas de conservación son un regalo invaluable.
Las autopsias
Cabe destacar que, en la medicina forense, suele decirse que los cadáveres «hablan». Esto se debe a que, a través del procedimiento conocido como autopsia, es posible obtener muchos datos sobre la vida y la muerte del sujeto.
Una autopsia puede servir para descubrir un crimen, por ejemplo. Por eso este procedimiento puede ser muy importante en una investigación.eeee