Capilar es aquello vinculado al cabello (el pelo). El término procede del vocablo latino capillāris, derivado de capillus.
Por ejemplo: “Voy a comenzar un tratamiento capilar para intentar detener el avance de la calvicie”, “El estrés me produjo un problema capilar”, “Los productos capilares están cada día más caros”.
Cuidado capilar
Si bien la mayoría de las personas nos conformamos con lavar nuestro cabello todos los días, aquellas que desean lucirlo en toda su gloria deben dedicar un esfuerzo bastante mayor en el mantenimiento capilar. Uno de los consejos fundamentales es cepillar el cabello a diario, ya que esta acción ayuda a estimular la circulación sanguínea del cuero cabelludo, lo cual se traduce en cabello más saludable y fuerte.
Peinar y cepillar el cabello no es una tarea que deba hacerse de forma apresurada, con el único objetivo de desenredarlo; por el contrario, hay quienes lo hacen dos o tres veces al día durante varios minutos, buscando masajear el cuero cabelludo de forma suave pero constante.
Otro de los puntos a los cuales deberíamos prestar atención para tener éxito en el cuidado capilar es la temperatura del agua con la que nos lavamos la cabeza: es sabido que el agua caliente debilita el cuero cabelludo, y afecta negativamente propiedades tales como el brillo y la humedad del cabello. Precisamente, es importante lavarse el cabello con agua natural para sellar las cutículas y conseguir más brillo y suavidad. En las épocas de bajas temperaturas basta con el agua templada.
Similar a lo que ocurre con el agua, la exposición del cabello a altas temperaturas por tiempo prolongado puede resecar el cuero cabelludo, algo que acarrea un deterioro progresivo que se traduce en una pérdida de brillo. Esto también se aplica al uso excesivo de secadores y planchas, que también afectan negativamente las puntas y la fuerza del pelo. Existen productos hidratantes que suelen indicarse como complemento de estos tratamientos, aunque lo ideal es evitarlos por completo.
Las personas con cabello rebelde suelen mostrarse reacias a peinarse, aunque esto no podría ser más contraproducente a la hora del cuidado capilar. Retirar el cabello muerto de nuestra cabeza es necesario por una cuestión de higiene; los nudos también debemos tratarlos, con mucha delicadeza, para permitir al cabello moverse con libertad y aprovechar las propiedades beneficiosas de los productos que le aplicamos. Nunca hay que tirar con fuerza, sino intentar aflojar las zonas enredadas con aceite de coco o de jojoba, por ejemplo, y practicar la paciencia.
Los vasos sanguíneos
La noción también se utiliza para nombrar a los tubos o conductos que son estrechos. En este marco, se llama capilar al vaso sanguíneo fino que permite vincular la circulación de las venas y de las arterias, estableciendo una red.
Los capilares sanguíneos, al contar con una única capa de tejido, posibilitan que se produzca un intercambio entre la sangre y aquellas sustancias que se hallan a su alrededor.
Se puede diferenciar entre los capilares arteriales y los capilares venosos. Los capilares arteriales llevan la sangre oxigenada, mientras que los capilares venosos transportan sangre desoxigenada.
Tubos capilares
Cabe destacar que se conoce como capilaridad a la propiedad de un fluido que está relacionada con su tensión superficial, a su vez vinculada a la cohesión del propio fluido. La capilaridad implica la capacidad del líquido de descender o ascender por un tubo capilar (un conducto estrecho por donde circula un fluido). Este movimiento se debe a la relación entre la fuerza intermolecular del líquido y la adhesión de éste al material del conducto.
Los tubos capilares pueden fabricarse con metal, vidrio u otro material. Suelen utilizarse en circuitos refrigerantes para permitir el paso del líquido refrigerante, que gana o pierde presión de acuerdo al momento.