El concepto de cartucho se utiliza de diversas maneras. Puede tratarse de un elemento intercambiable que cuenta con aquello que necesita una máquina para funcionar. Esta clase de cartucho suele gastarse con el uso, una particularidad que obliga a reemplazarlo cada cierta cantidad de tiempo por otro del mismo tipo.
Muchas impresoras utilizan cartuchos de tinta para funcionar. Se trata de las piezas que contienen, justamente, la tinta que se emplea para imprimir sobre el papel. Por lo general es posible diferenciar entre los cartuchos de tinta negra y los cartuchos de colores.
Supongamos que una persona desea imprimir las fotografías que tomó durante sus vacaciones. Si cuenta con una impresora de inyección, necesitará de un cartucho de colores. Aquel que solo desea imprimir documentos de texto, en cambio, posiblemente pueda satisfacer esa necesidad con un cartucho de tinta negra.
Como sucede en todos los ámbitos de la industria, el mercado nos ofrece varias marcas de impresoras, cada una con sus varios modelos y, quizás lo más importante, con una forma particular de tratar la organización de los cartuchos que puede repercutir de forma considerable en el bolsillo del consumidor. Por ejemplo, algunas impresoras exigen al usuario tener tinta en todos los cartuchos para hacer cualquier impresión, independientemente de que el documento en cuestión necesite de dichos colores.
Por lo general, estos modelos de impresora utilizan cuatro cartuchos, que contienen tinta de los siguientes colores: negro, amarillo, magenta (un rojo oscuro que se asemeja al morado) y cian (un azul verdoso). Si, por ejemplo, el cartucho de tinta amarilla se ha vaciado (es decir que ha alcanzado el nivel que la máquina considera innecesario para un trabajo), no importa que intentemos imprimir un documento en negro: si el modo de operar de la impresora es como se menciona en el párrafo anterior nos veremos obligados a reponer el de color amarillo para continuar utilizándola.
En el ámbito de la informática también se llama cartucho al elemento extraíble que funciona como una memoria con información de solo lectura. Los cartuchos eran utilizados por consolas de videojuegos para cargar el software que contenía cada juego. Las consolas Sega MegaDrive y Nintendo Game Boy, entre muchas otras, usaban cartuchos.
Durante unos años, las empresas de videojuegos optaron por medios de almacenamiento ópticos, como pueden ser los CDs, DVDs y Blu-rays, o bien variantes de los mismos creados específicamente a medida de las necesidades de cada consola. Sin embargo, las consolas portátiles de Nintendo (sus más recientes son la DS y la 3DS) siempre han usado cartuchos para almacenar sus juegos y, en el año 2017 salió al mercado la Nintendo Switch, la primera consola híbrida de esta compañía japonesa que, después de tres generaciones, volvió a decantarse por el cartucho.
En la «guerra» entre los medios ópticos y los cartuchos no existe un ganador definitivo, ya que cada uno tiene ventajas y desventajas. A grandes rasgos, podemos decir que los cartuchos ofrecen velocidades de lectura muy superiores y ausencia total de ruido, pero a un coste mucho mayor; los Blu-rays, por su parte, tienen capacidades mayores de almacenamiento a un precio más accesible pero requieren de un mecanismo de lectura que resulta ruidoso y es más propenso a los fallos, además de generar más calor.
Muchas armas de fuego, por su parte, utilizan cartuchos: el conjunto que componen la pólvora, la bala y la vaina junto a la cápsula fulminante. Los cartuchos tienen un tamaño variable, ya que se introducen en la recámara del arma. Cuando el cartucho no contiene la bala, se lo denomina cartucho de fogueo.
Cartucho, por último, es el nombre común que reciben plantas como la Zantedeschia aethiopica y la Arum italicum.