El término cerciorarse deriva de cerciorar, un verbo que a su vez tiene su origen en el vocablo latino certiorare. Cerciorarse consiste en confirmar o garantizar algo. Por ejemplo: “El gobierno, antes de realizar el anuncio, pretende cerciorarse de que la oposición no vetará el proyecto”, “El jefe de la policía recorrió el hotel para cerciorarse de la seguridad del edificio”, “Los docentes deben cerciorarse de lo que ocurre antes de tomar una decisión”.
Supongamos que un hombre llamado Miguel le pide dinero prestado a su hermano Cristian, con la promesa de que se lo devolverá al mes siguiente. Antes de entregarle el dinero, Cristian intenta cerciorarse de que realmente su hermano tenga la posibilidad de pagar la deuda en el plazo previsto. Para esto le realiza una serie de preguntas sobre su situación laboral, sus ingresos, etc. Una vez que se asegura de que es factible que su hermano le devuelva el dinero en los plazos por el establecidos, Cristian concreta el préstamo.
A la hora de contratar a un empleado, por otra parte, un empresario intenta cerciorarse de elegir al candidato adecuado para el puesto. Con dicho objetivo convoca a tres postulantes que han sido preseleccionados, les realiza una entrevista a cada uno y luego les toma una prueba para que demuestren sus habilidades. Una vez que el empresario se decidió por uno de los candidatos, se comunica con las personas que su potencial empleado mencionó como referencias en su currículum vitae. Todas estas acciones le sirven para cerciorarse de que este postulante es el indicado para sumarse a su empresa.
En el habla cotidiana, el término cerciorarse se usa con bastante frecuencia, por lo cual no se trata de uno exclusivo del ámbito formal o escrito. Sin embargo, en las conversaciones informales puede ser más común uno de sus sinónimos, como «verificar» o «asegurarse». Como en cualquier otro caso, la elección del vocablo siempre depende de varios factores: más allá de las cuestiones culturales y académicas se encuentran las preferencias personales y la influencia del ámbito laboral (la jerga de cada profesión modifica la forma de hablar de un individuo independientemente de su trasfondo).
A la hora de conjugar un verbo y situarlo en una oración no basta con conocer sus alteraciones a lo largo de las tablas de tiempos verbales, sino que existen otros aspectos a tener en cuenta, tanto de su morfología como de las reglas que nos impone para elaborar un mensaje claro y correcto desde un punto de vista gramatical.
En primer lugar es necesario resaltar que el verbo cerciorarse es pronominal, es decir que para construir su conjugación debemos agregarle un pronombre átono de tipo reflexivo al final, tomando en cuenta quién lleva a cabo la acción. En otras palabras, tenemos la obligación de conseguir que concuerde tanto en persona como en número con el sujeto de la oración; por ejemplo: «(yo) debo cerciorarme», «(tú) debes cerciorarte», «(ellos) debieron cerciorarse».
Si bien el verbo original en su estado puro es «cerciorar», se usa con mucha más frecuencia en su forma reflexiva. Además de lo expresado en el párrafo anterior, siempre es posible mantener el pronombre átono reflexivo separado del verbo: «Espera aquí mientras me cercioro de que no haya nadie en el jardín».
Uno de los errores más comunes al usar éste y otros verbos tiene lugar cuando llega el momento de usar las preposiciones. En este caso particular, es necesario dar con la siguiente construcción: «cerciorarse de que». Si omitimos la preposición de el mensaje se ve afectado de una forma sutil pero no por ello leve; para evitar este error debemos reemplazar por «esto» la parte de la oración que comienza por la palabra que: «cerciorarme de esto» es correcto; «cerciorarme esto» es incorrecto.