Veedor es un término que puede emplearse como adjetivo para calificar a aquel que se dedica a observar, registrar o controlar las acciones de otras personas. Como sustantivo, el concepto alude a quien tiene dichas actividades como oficio.
Por ejemplo: “La madre de la víctima pidió la presencia de un veedor de la Corte Internacional de Justicia para que se garantice la transparencia del proceso”, “La Unión Europea acordó el envío de veedores para controlar el proceso electoral en el país centroamericano”, “Un veedor evaluará el rendimiento de los árbitros en cada fecha del torneo”.
Los veedores se encargan de vigilar que determinadas acciones se desarrollen de acuerdo a lo establecido por las normas. Por eso un veedor actúa como inspector, revisor, fiscalizador o verificador.
Veedores en la Edad Media
A lo largo de la historia, la veeduría funcionó de diversas formas y en distintos contextos. En la Edad Media, el veedor era quien controlaba, en una Casa Real, los alimentos que se servían a los señores. De este modo, el veedor supervisaba la tarea de los despenseros y los criados para analizar los gastos y garantizar la calidad de la comida adquirida.
En otras palabras, el rol del veedor lo asumía uno de los criados de la Casa Real, y su función principal era el control de la comida de sus señores. Los despenseros, a quienes el veedor debía vigilar, estaban subordinados al mayordomo mayor y también se conocen con el nombre de veedores de vianda; debían comprar y almacenar todos los alimentos para luego racionarlos en las comidas reales.
Pues el veedor debía asegurarse de que los despenseros y los compradores no se aprovecharan de sus puestos para comprar comida de más y luego revenderla; evitar el fraude era uno de sus objetivos principales. Por otra parte, debía cerciorarse de que la manipulación de la comida se llevase a cabo siguiendo las normas de higiene indicadas, y que los alimentos se conservaran de manera adecuada.
Lejos estaban las tareas del veedor de ser sencillas; para llevar a cabo una supervisión tan exhaustiva debía estar al tanto de los precios de los productos en la plaza, a donde se dirigía a menudo. Es importante resaltar la falta de contacto que los miembros de la realeza tenían con las personas de las cuales dependía su salud, y por eso eran necesarios estos puestos intermedios, que cargaban con la gran responsabilidad de evitar atentados o errores fatales.
Cuidado del agua
Varios siglos atrás, los conocimientos de medicina no estaban a la altura de los actuales, así como tampoco existían instrumentos y fármacos para tratar muchas de las enfermedades e infecciones comunes. Por esa razón, la mala alimentación o la deshidratación podían traer consecuencias que hoy en día parecerían desproporcionadas.
En 1494, por ejemplo, los Reyes Católicos decidieron visitar a doña Isabel, en compañía del Príncipe y sus hermanas; para ello, debieron realizar un viaje desde Medina del Campo hasta Arévalo. El problema surgió cuando el polvo y el intenso calor los obligó a consumir todas sus reservas de agua mucho antes de llegar a destino, lo cual les costó la vida a tres personas.
Desde entonces, el rol del veedor incluyó asegurarse de que no faltara agua en travesías de esta clase. Para ello, llevaban un par de mulas o asnos con los recursos necesarios para que los humanos no se deshidrataran.
Otros roles de un veedor
En un sentido similar, la persona que controlaba el funcionamiento de las caballerizas reales también recibía el nombre de veedor, al igual que la autoridad militar que inspeccionaba diferentes cuestiones de las fuerzas armadas.
En la actualidad, los veedores también actúan en el terreno del deporte, supervisando planillas, analizando el rol de los jueces o árbitros, controlando el equipamiento utilizado y cumpliendo otras funciones según la disciplina en cuestión.