La etimología de cipayo no está clara. De acuerdo al diccionario de la Real Academia Española (RAE), el concepto podría proceder del vocablo portugués sipay, a su vez derivado del persa sepāhi (que puede traducirse como “soldado”).
En pocas palabras, un cipayo formaba parte del Ejército del Imperio otomano, específicamente de una de sus tropas de caballería de élite que estaba en el grupo de las Seis Divisiones de la Caballería.
El Ejército del Imperio otomano fue uno de los elementos fundamentales del dominio que el Imperio turco otomano tuvo sobre varias partes del continente europeo, específicamente los Balcanes, y el Medio Oriente en una larga etapa de la historia que se extendió desde el siglo XV hasta el XX. Su organización se apoyaba en un sistema de reclutamiento complejo y de posesiones feudales que compensaban el apoyo a nivel militar.
Más adelante, el término comenzó a ser usado para hacer referencia a un soldado nativo de la India que, en los siglos XVIII y XIX, cumplía funciones para Gran Bretaña, Portugal y Francia. Se trataba de personas nacidas en la colonia que eran reclutadas por los ejércitos europeos.
Por extensión a este significado, la noción de cipayo comenzó a emplearse para nombrar a un individuo que, por razones ideológicas o a cambio de dinero, defiende intereses foráneos o ajenos. En este sentido, un cipayo es una especie de mercenario o «secuaz a sueldo».
Esta última expresión representa el uso que se le da al término con frecuencia en el País Vasco, donde tiene una clara connotación despectiva. De hecho, algunas personas de la Comunidad Autónoma Vasca llaman cipayos a los policías autonómicos, la denominada Ertzaintza, para hacer referencia a que son oficiales de origen vasco, a diferencia de los demás (la policía nacional y los guardias civiles), y que sin embargo siguen las órdenes de un gobierno que no los representa.
Retomando el origen de la palabra «cipayo», se sabe que proviene del término «soldado» en idioma persa y que su estatus era similar al de los caballeros de la Europa Medieval. Este soldado poseía el título de un feudo que le concedía el Sultán otomano directamente, además de gozar del derecho a cualquier ingreso que este le produjese siempre que cumpliera sus obligaciones en el ámbito militar. El feudo se denominaba «timar» y los campesinos que lo trabajaban originalmente continuaban haciéndolo cuando éste pasaba al cipayo.
Se cree que el cuerpo militar de los primeros cipayos su fundó en la época de reinado de Mehmed II, a quien también se lo conoció como «el Conquistador». Se trata de un Sultán otomano que vivió a mediados del siglo XV; a lo largo de su mandato fue responsable de la toma de Constantinopla y de la última caída del Imperio bizantino.
Este antiguo ejército era el más numeroso dentro de las seis divisiones de caballería antes mencionadas, y complementaban a los jenízaros: mientras que ellos luchaban a caballo, estos últimos lo hacían a pie. Por otro lado, los cipayos eran quienes se encargaban de recaudar los impuestos en épocas de paz.
En América Latina se suele llamar cipayo al intelectual o al dirigente político que privilegia los intereses de las potencias en lugar de proteger la autonomía local o nacional. Por lo general un cipayo está a favor de las ideas y las políticas de Estados Unidos.
Supongamos que el presidente de un país sudamericano decide invertir miles de pesos para celebrar el Día de la Independencia de Estados Unidos, organizando un agasajo para el embajador y para otros cientos de invitados. En cambio, para este mismo presidente, el Día de la Independencia de su nación pasa casi desapercibido, limitándose a dar a conocer una salutación a través de los medios de comunicación. Esta decisión de enaltecer lo estadounidense y de quitarle trascendencia a lo nacional hace que muchos definan al mandatario en cuestión como un cipayo.