La sociedad está formada por un conjunto de personas que interactúan entre ellas en un mismo espacio, tienen intereses comunes y conviven de acuerdo a diversas normas y reglas compartidas. En este grupo de individuos es posible reconocer diferentes clases: estratos o categorías que surgen a partir de características en común vinculadas a los medios económicos, las ideologías, las costumbres y otras cuestiones.
Es habitual que la sociedad se divida en tres grandes clases: la clase baja, la clase media y la clase alta. Esta estratificación está dada principalmente por la disponibilidad de medios económicos: quienes menos tienen, se encuentran en el sector inferior de la sociedad (la clase baja), mientras que aquellos que disponen de más recursos ocupan el sector superior (la clase alta). En el centro aparece la clase media.
Las personas que integran la clase media, por lo tanto, presentan un nivel socioeconómico superior al de los individuos que forman la clase baja, pero inferior al de los sujetos que componen la clase alta. En muchos países se dice que la clase media es la clase social más amplia, aunque esa aseveración suele ser puesta en duda por sociólogos y economistas.
El surgimiento de la clase media se dio en el siglo XVIII a partir de la industrialización, que permitió el desarrollo de nuevos trabajos y posibilitó el ascenso social de algunos grupos. Mientras se expandía la brecha entre los obreros (la clase baja) y los capitalistas (la clase alta), entre ellos quedaron diversos profesionales y pequeños burgueses (la clase media).
En sus orígenes, las personas que más adelante pasarían a formar parte de la clase media se encontraban en la burguesía terrateniente (la baja nobleza y los plebeyos ricos), que comenzaban a destacarse por su éxito en el ámbito comercial, profesional e industrial.
El surgimiento de la burguesía terrateniente tuvo lugar a causa de las revoluciones liberales que sucedieron en Inglaterra durante el siglo XVII, las cuales debilitaron a la monarquía y le hicieron perder poder al estamento aristocrático en favor de la burguesía, la cual consiguió ingresar en el Parlamento.
Ya en el siglo XX surgió la clase media moderna, en Norte América. La industria automotriz, entre otras, empezó a utilizar técnicas de producción novedosas gracias a lo cual fue posible reducir los precios y aumentar los salarios de los trabajadores. De este modo, una porción de la población de bajos recursos se enriqueció y accedió a mejores condiciones de vida.
Quizás una de las características más sobresalientes de la clase media es que la mayoría de sus integrantes no se sienten molestos por pertenecer a ella (como sí puede ocurrir con la clase baja) ni temen descender (algo que preocupa a la clase alta). Ser de clase media tiene muchas ventajas con respecto a las otras dos, a pesar de que se encuentre un escalón por debajo de la alta.
Mientras que las personas de clase baja no pueden acceder a un nivel de vida considerado aceptable y sano, la clase media cuenta con los servicios de salud y los medios económicos para subsistir y darse gustos a lo largo del año. Si bien no tienen los lujos constantes de la clase alta, por lo menos tampoco deben preocuparse por perder su estatus ni por mantener su imagen de poder monetario a cualquier precio.
Precisamente, uno de los rasgos principales de la clase media es que no está tan definida, especialmente si la comparamos con las dos restantes. La pobreza, la imposibilidad de protegerse de las inclemencias del tiempo y el hambre son características terribles de la clase baja; los excesos, las propiedades caras y la ropa exclusiva definen a la clase alta en pocas palabras; la clase media, en cambio, es un mundo mucho más variado y, ¿por qué no?, libre.