Descubrir el significado del término clavo es lo que vamos a hacer, pero, en primer lugar, hay que conocer su origen etimológico. En este caso, hay que exponer que se trata de un cultismo que deriva del latín “clavus”, que puede traducirse como “clavo” o “timón”.
Se denomina clavo a un objeto delgado y alargado que dispone de punta y de cabeza y se utiliza para fijar algo. Los clavos son fabricados con metal y deben ser golpeados sobre su cabeza para que la punta se introduzca en un sitio y así se pueda asegurar algún elemento a otra cosa diferente.
Por ejemplo: “Voy a buscar algunos clavos para colgar el cartel”, “Intentaré reparar la silla con clavos, pero no sé si podré”, “El clavo no resistió el peso del cuadro, que terminó cayéndose”.
Existen clavos de diferentes tamaños. Mientras más grueso y extenso resulte, podrá soportar más peso. No es lo mismo clavar una lámina de cartón que sostener un estante de madera: para ambas acciones se necesitarán clavos distintos.
Lo habitual es utilizar un martillo para hacer que un clavo ingrese en una superficie. Con una mano se debe sostener el clavo, colocando la punta sobre aquello que esta pieza debe perforar. Con la otra mano, hay que golpear la cabeza del clavo con un martillo. Cada golpe hará que la punta del clavo se introduzca más y más en la superficie. Es importante realizar esta tarea con precaución ya que, de impactar el martillo contra un dedo, se puede producir una lesión muy dolorosa.
Sin lugar a dudas, los clavos más conocidos de la historia son los que se utilizaron para llevar a cabo la crucifixión de Cristo. Clavos que han generado un sinfín de controversias, misterios y teorías. Y es que hasta hoy son muchas las leyendas que giran en torno a esos y a dónde se encuentran.
Así, hay teorías que establecen que fueron utilizados por la madre del emperador Constantino I para fundirlos y conseguir que formaran parte de la coraza de su hijo y también del bocado del caballo de este. Y es que así pensó que su vástago siempre contaría con la protección divina.
No obstante, otra leyenda viene a indicar que esos clavos se emplearon para fundirse y darle forma a la corona de hierro que fue utilizada en Italia para coronar a los reyes de este país desde la Edad Media.
A todo eso hay que añadir que, como otras tantas reliquias de las que existen numerosas dudas de su procedencia, hay unos clavos que se veneran en distintos rincones del mundo y que se indica que fueron con los que se crucificó a Jesús. Así, pueden encontrarse de uno en uno en estos lugares: el Palacio Real de Madrid, la Santa Cruz de Jerusalén, la Catedral de Milán y en Roma.
El árbol del clavo, también conocido como clavero, es una planta cuyas flores, antes de que se abran, se secan y se emplean como especia. Este botón floral seco se denomina clavo de olor.
Caracterizados por su fuerte aroma y sabor, los clavos de olor se utilizan en múltiples recetas gastronómicas. También pueden emplearse para producir inciensos y sahumerios.
Ciertos callos que pueden aparecer en un pie, las compresas empleadas para sanar heridas, un dolor intenso, un malestar y una molestia también pueden llamarse clavo.