La noción de cohabitar, procedente del vocablo latino cohabitāre, tiene varios significados reconocidos por la Real Academia Española (RAE) en su diccionario. La primera acepción refiere a habitar en conjunto con otro o más individuos.
TemasVida conyugal
Quienes cohabitan, por lo tanto, viven juntos. Por eso el término cohabitar suele usarse específicamente respecto al desarrollo de la vida conyugal o marital.
Cohabitar con otra persona es también compartir con ella las comidas y los momentos de ocio.
Gracias a los avances a nivel social, ideológico y cultural de los últimos años, cada vez estamos más cerca de entender que la vida conyugal puede llevarse a cabo entre personas de cualquier género y sexo, algo que aún al día de hoy no es fácil o siquiera legal en ciertas partes del mundo.
Habitar el mismo lugar
Cohabitar, en el sentido más amplio, se asocia a habitar en el mismo lugar. Tomemos el caso de la pandemia de coronavirus que comenzó a afectar a todo el mundo en marzo de 2020. Para minimizar los contagios, las autoridades solicitaron a la gente que se quedase en sus casas y minimizase la circulación. De manera simultánea, a los ya contagiados, se los aisló. Se buscó, de este modo, que no se pudiese cohabitar con los infectados.
Cohabitar con otras especies
Es importante mencionar que el ser humano cohabita con muchas otras especies. Cohabitar en una vivienda con perros o gatos, por ejemplo, es una decisión de numerosas personas. Esto exige un gran trabajo de adaptación por parte de ambas, ya que ciertas necesidades específicas son muy diferentes en cada una.
Todos los seres vivos tenemos una capacidad de adaptación extraordinaria, mucho mayor de lo que imaginamos. Cuando nos enfrentamos a una situación extrema, generalmente surge de nuestro interior este recurso tan valioso, que nos permite sobrevivir episodios que a simple vista parecían imposibles de superar. Pero sin llegar a un extremo, cohabitar con un ser de otra especie exige de manera inevitable una gran entrega. Los perros y los gatos llevan siglos viviendo en compañía de los humanos, pero eso no significa que sean iguales a nosotros o que no tengan deseos diferentes.
Lo mismo pasa en nuestro caso, que no siempre nos es fácil seguirles el ritmo a estos animales, ya que sus habilidades físicas y su energía superan las nuestras considerablemente. Si los paseos duraran tanto como ellos pueden soportar, probablemente acabaríamos en el hospital; del mismo modo, si los forzáramos a una vida sedentaria como la que solemos llevar, sus organismos se atrofiarían. Cohabitar exige ceder para llegar a un punto medio en el que ambas partes sean felices y vivan sanamente.
En otros casos, la cohabitación no es deseada pero resulta inevitable: en la mayoría de las ciudades, se cohabita con ratas y otros animales que pueden transmitir enfermedades. Las medidas para reducir su población son muy crueles, y muchas personas no están de acuerdo con ellas, pero la decisión de dejarlos con vida tampoco parece razonable si ponen en riesgo a las personas. De todos modos, debemos recordar que estos seres vivos no supondrían un problema para nosotros si viviéramos como nuestros antepasados más lejanos, en contacto directo con la naturaleza.
Compartir la vida con otras especies también es cohabitar.
En política
En el terreno de la política, por otro lado, se habla de cohabitar cuando distintos partidos coexisten en el poder. En algunos países, es posible que el jefe de Estado sea de un partido político diferente respecto al jefe de Gobierno, con lo cual hay una cohabitación.
También se llama cohabitar a lo que hacen dos partidos cuando gobiernan en conjunto, o a la situación que se produce entre un mandatario nacional y una autoridad regional o local si provienen de facciones políticas disímiles.
