Correcto, término que deriva del vocablo latino correctus, es un adjetivo que se utiliza para calificar a aquello que no presenta fallas, errores o faltas. Lo correcto se desarrolla de acuerdo a las reglas o a las normas establecidas.
Por ejemplo: “Eso es correcto, mi nombre es Santiago Juttoprecky y vivo en la casa de al lado”, “El estado de la carretera es correcto”, “En el examen de ayer tuve ocho respuestas correctas y solo dos errores”.
La idea de correcto suele usarse respecto al lenguaje, ya sea oral o escrito. Puede afirmarse que decir “¿Me entendistes?” no es correcto: la expresión adecuada es “¿Me entendiste?”. En este caso nos encontramos con una conjugación distorsionada del verbo entender en la segunda persona singular del tiempo Pretérito Perfecto Simple, del modo Indicativo.
Este error, que consiste en agregar una letra S al final de dicha conjugación, es muy común en varios países de habla hispana, sino en todos. Si bien no se conoce con precisión su origen, muchos estudiosos de la lengua estiman que deriva de una confusión con la segunda persona del plural, en el mismo modo y tiempo, donde sí debe existir una S al final: «entendisteis, hicisteis, comprasteis».
De manera similar, resulta correcto escribir “árbol”, mientras que es incorrecto escribir “árvol”, según las reglas ortográficas. La raíz de este tipo de errores es mucho más fácil de encontrar, ya que suele deberse a la confusión entre palabras similares («abeja y oveja») o bien al hecho de que ciertos pares de letras de nuestro alfabeto se pronuncien del mismo modo en algunas situaciones (por ejemplo: la B y la V suenan igual en la mayoría de las regiones de habla hispana).
Si alguien comenta que las condiciones del campo de juego de un estadio son correctas, está haciendo referencia a que el terreno no presenta grandes falencias. El correcto mantenimiento de un automóvil, por otra parte, requiere controlar periódicamente el nivel de aceite y la presión de los neumáticos y llevar el vehículo a una revisión mecánica al menos una vez al año. Se trata de “lo correcto” ya que es lo que se debe hacer para evitar problemas.
Cuando el adjetivo se aplica a un ser humano, alude a que su conducta es intachable: “¡No voy a permitir que hable así de mi padre, un hombre correcto que jamás se ha metido con nadie!”, “Juana siempre ha sido una persona muy correcta”, “Pensaba que Ramiro era un individuo correcto, pero ahora me doy cuenta de que me estaba equivocado: ha estafado a muchos clientes”.
El problema, por así decirlo, con este concepto comienza cuando se aplica a la forma en la que viven las personas, analizándola según los parámetros contemporáneos de la moral, ya que cualquier actitud o conducta que se salga de la norma suele ser calificada de «incorrecta», aunque no tenga ni un vértice de nocividad. La sexualidad es uno de los temas más incomprendidos por nuestra especie, y suele ser el foco de críticas y sanciones por parte de los más conservadores.
Cuando nos apartamos de los preceptos y las imposiciones de la sociedad para llevar una vida más espontánea, llegan las opiniones y, muchas veces, el rechazo y el odio por parte de aquellas personas que no se atreven a liberarse. No podemos preguntarnos si la homosexualidad es correcta, por ejemplo, del mismo modo que no lo hacemos con respecto a la fuerza de gravedad o a la existencia de la luz; mejor aún, tampoco nos preguntamos si es correcta la heterosexualidad, y con esto debería bastar para evitar el cuestionamiento anterior.
En el ámbito de la moral, es muy difícil decidir qué es correcto; para simplificar las cosas, podríamos decir que es incorrecto hacer daño a alguien que se encuentre en un estado de vulnerabilidad, invadir su círculo de libertad e impedirle que decida por sí mismo; todo lo demás debería quedar fuera de esta medición tan polarizada.