En el latín es donde se encuentra el origen etimológico del término corroborar. En concreto, deriva del verbo “corroborare”, que puede traducirse como “dar a fuerza a algo”. Se trata de una palabra que es fruto de la suma de varios componentes de dicha lengua:
-El prefijo “co-”, que significa “junto” o “todo”.
-El sustantivo “robur”, que es sinónimo de “roble rojo”.
-El sufijo “-ar”, que es la terminación que se utiliza para darle forma a los verbos.
El concepto se emplea para aludir a lo que hace una persona cuando, aportando más información o un nuevo razonamiento, confiere más fuerza a una opinión o un argumento.
La noción suele vincularse a la acción de comprobar algo mediante diferentes clases de evidencia. Cuando un acontecimiento se acredita, se demuestra o se justifica a través de diversos datos o juicios, puede corroborarse.
Por ejemplo: “La policía está esperando la orden del juez para ingresar al domicilio y corroborar si el sospechoso aún se encuentra en el lugar”, “Necesito corroborar ciertos datos antes de publicar el artículo”, “Los investigadores pretenden corroborar cuándo sucedió el hecho”.
En el ámbito del periodismo, se considera que es necesario consultar al menos tres fuentes para corroborar una información. Esto supone que, si tres personas distintas afirman lo mismo sobre un evento, se reduce el riesgo de publicar datos inexactos. En cambio, si la información se presenta a partir de los dichos de un solo individuo, es más probable que lo publicado no sea preciso o incluso que resulte falaz.
Las fuentes son uno de los principales instrumentos de trabajo de los periodistas. De ahí que esas deben darles la seguridad y la certeza de que no les mienten. Por eso, es importante que siempre las corroboren, no obstante, cuando esas fuentes siempre les den noticias fiables, las convertirán en pilar estupendo para su labor. Y es que confiarán en ellas para poder acceder a más información o para poder contrastar datos que les lleguen por otras partes.
De la misma manera, es necesario que el periodista cuide a sus fuentes y, sobre todo, que no las desvele. Y es que, en muchos casos, suelen ser personas que ocupan ciertos cargos relevantes o que tienen puestos donde acceden a mucha información. Por eso, es necesario que no las saquen a luz porque si lo hicieran no solo las pondrían en una complicada tesitura, que les podría hacer incluso perder su puesto, sino que también se acabaría el trasvase de información que le otorgan.
En muchos contextos es necesario corroborar un pensamiento, una hipótesis o una idea antes de tomar una decisión. Supongamos que un hombre desea contratar a un arquitecto para levantar su nueva vivienda. Previamente a su contratación, decide visitar varias construcciones realizadas por el arquitecto en cuestión y consultar a otros clientes para corroborar su profesionalismo. Con estas certezas, la persona puede decidir con mayor seguridad ya que cuenta con antecedentes que justifican la contratación.