Cupo es un término que procede de caber, un verbo que se refiere a la capacidad de entrar o de estar contenido en otra cosa. Un cupo, por lo tanto, puede ser una fracción, un fragmento o un componente de un todo.
Por ejemplo: “¿Aún no te has inscrito en el curso? Date prisa, quedan sólo tres cupos disponibles”, “Lo siento, ya no tenemos cupos”, “Con este triunfo uruguayo, América se asegura un cupo adicional para el próximo campeonato mundial”.
El cupo como cuota o porcentaje
Puede entenderse el cupo como una cuota o un porcentaje de algo dentro de un contexto más amplio. Supongamos que, en una emisora de radio, el gerente de programación se compromete a que el 70% de las canciones que emite sean de origen nacional. En dicha radio, por lo tanto, habrá un cupo de temas nacionales que cumplir en el marco de la programación.
Se conoce como cupo de pantalla, por otra parte, a las medidas oficiales que obligan a las salas de cine a estrenar una cierta cantidad mínima de películas nacionales o a que éstas permanezcan en cartelera durante un determinado lapso. De esta manera, se busca proteger a las industrias locales de los países más poderosos, como Estados Unidos.
Vacantes disponibles o una proporción
La idea de cupo también puede asociarse a las vacantes disponibles en algún contexto o a la proporción que, en un tributo o una tasa, corresponde a los ciudadanos: “La entidad educativa se comprometió a becar a cincuenta alumnos y el cupo se agotó en pocas horas”, “Creo que el Gobierno no está respetando el cupo en el impuesto municipal”, «Se agotó el cupo de participantes en la travesía de nado de Gran Canaria».
De manera similar, puede simplemente significar la parte o el porcentaje general de un espacio (no necesariamente físico) ofrecido con un fin determinado: «Es realmente difícil agotar el cupo de gigabytes que ofrece Gmail a sus usuarios».
El cupo vasco
Todos los años, el País Vasco realiza una aportación al Estado español a título de «gastos generales» que el mismo asume por las competencias no transferidas, lo que incluye Defensa y Casa Real, y también el mantenimiento de las instituciones comunes (el Senado, los ministerios, el Congreso), de las infraestructuras (tales como aeropuertos, Alta Velocidad Española y puertos) y la representación exterior. Dicha aportación se conoce con el nombre de cupo.
Para determinar el valor del cupo vasco se debe calcular el 6,24% del gasto del Estado en dichas cuestiones. En un principio, se tomó en cuenta el peso de la economía del País Vasco en el Producto Bruto Interno de España, pero cada cinco años se vuelve a negociar la base sobre la cual es aplicado, prestando atención al desembolso que realiza el Gobierno central en las partidas de las cuales tiene competencia exclusivamente.
La razón de que el País Vasco deba cumplir con la ley del cupo se explica en su historia. Desde finales del siglo XIX, ha contado con un régimen fiscal y económico propio, el cual se conoce con el nombre Concierto Económico y se recoge en su Estatuto de Autonomía. Si bien Francisco Franco anuló el régimen especial de las provincias de Guipúzcoa y Vizcaya, que fueron acusadas de «rebeldes», durante la etapa constitucional recuperaron su capacidad recaudadora (Navarra y Álava, por su parte, nunca la perdieron).
En el continente europeo no existen otros territorios que tengan una capacidad de normativa fiscal similar, aunque sí hay ciertas excepciones fiscales dentro de la Unión europea, por lo general en las zonas más lejanas a las metrópolis. Un claro ejemplo de esta situación es Canarias. Se trata de territorios que cuentan con una serie de privilegios y ventajas en el ámbito fiscal a modo de compensación por los inconvenientes que les genera su ubicación, tan alejada.