Los derechos de los animales son defendidos por un movimiento de alcance internacional definido como animalismo. Ante tantas prácticas humanas que atentan contra el bienestar animal e incluso los llevan a la muerte, es fundamental profundizar los esfuerzos para transformar la mentalidad colectiva y, de este modo, ponerle fin a toda acción que vaya en contra del respeto hacia todas las especies del reino y que restrinja o impida su derecho a vivir en libertad.
Lamentablemente, todavía es necesaria e importante la educación sobre los derechos de los animales. Aunque la sensibilidad, la empatía y el sentido común conducen a valorar a los habitantes de océanos, sabanas, bosques, desiertos, hogares, etc y llevan a experimentar admiración y amor por ellos, hay quienes ven en los animales un negocio, un trofeo, una mercancía: en definitiva, no los reconocen como seres que sienten y tienen derechos…
Por esa razón, desde los gobiernos y las comunidades se debe trabajar de manera conjunta y simultánea, por un lado, en la conservación de la vida silvestre, la protección de la vida marina y en la formulación y el cumplimiento de leyes de tenencia responsable de mascotas y, por otro, combatir (y no alentar) el tráfico de especies, la caza furtiva y todo acto de crueldad hacia los animales.
Historia de los derechos de los animales
La historia de los derechos de los animales se remonta a la antigüedad ya que, desde tiempos remotos, el ser humano ha explotado a diversas especies para satisfacer necesidades de vestimenta, alimentación y transporte, entre otras. Incluso, en nombre de la religión se inició en épocas pasadas una costumbre que sigue hasta el día de hoy: realizar sacrificios con seres no humanos. Claro que también han existido siempre personas de noble corazón que no han dudado en actuar con empatía hacia los animales.
Se ha señalado, a modo de referencia, que el matemático y filósofo griego Pitágoras cultivó el vegetarianismo y solía adquirir múltiples ejemplares con el propósito de llevarlos a sus hábitats naturales y liberarlos allí.
En textos sagrados del catolicismo, en tanto, se aborda la orden divina de proporcionarle a los animales domésticos un «trato humanitario» y se alude al hábito de no ingerir carne de cerdo ni de otras especies catalogadas como «impuras».
Hay registros, por otra parte, de la muerte de miles de criaturas salvajes en las actividades enmarcadas en los afamados juegos romanos.
En tiempos de Revolución Industrial, por sumar otro dato interesante, se inició la defensa social de mulas, asnos y caballos por ser maltratados y víctimas de la modalidad denominada tracción a sangre.
Alrededor de 1635, Irlanda dio un paso valioso a favor de los animales al promulgar leyes en contra de la esquila de ganado ovino y del acto de enlazar las colas de los equinos.
Activismo a favor de todas las formas de vida
Para contrarrestar tantas conductas crueles y destructivas observadas en el mundo se viene potenciando cada vez a mayor ritmo el activismo a favor de todas las formas de vida.
Quienes integran organizaciones de protección animal se dedican, por ejemplo, a armar campañas de concientización para frenar y revertir ciertas realidades dañinas, a denunciar prácticas que no respetan los derechos de los animales, a llevar a cabo protestas en la lucha por la libertad y el cuidado de todas las especies y a darle visibilidad a casos de abandono animal.
Los activistas se oponen fervientemente a los rodeos y corridas de toros, rechazan la experimentación en animales y abogan por conseguir en cada rincón del planeta un tratamiento ético de los animales. También divulgan mensajes que hacen foco en la importancia de adoptar en lugar de comprar mascotas y de unir fuerzas para ponerle fin a toda situación de animales en cautividad.
Cabe resaltar que el activismo por los derechos de los animales no distingue fronteras ni especies: abarca desde la protección hacia la fauna callejera (perros y gatos callejeros) hasta la lucha por los derechos de los grandes simios.
Respeto hacia los derechos de los animales
Existen numerosas acciones que, tanto a nivel individual como colectivo, pueden llevarse a cabo como muestras de respeto hacia los derechos de los animales.
De convivir con perros o gatos, por detallar una realidad que se vive en millones de hogares, es esencial proporcionarles cuidados, seguridad, alimentos y amor. Parte de la responsabilidad es cumplir el esquema de vacunación de mascotas y, pensando en evitar la procreación indeseada y resguardar la salud de los compañeros de cuatro patas, ocuparse de la esterilización de mascotas.
Otra decisión que puede implementarse a la hora de los paseos familiares es asistir a circos sin animales, mientras que al seleccionar indumentaria es enriquecedor evitar prendas confeccionadas con cuero animal u otras partes de sus organismos.
Los productos identificados con la etiqueta «Cruelty-free» (libre de crueldad) están aprobados si la idea es no ser cómplices de procedimientos no éticos o que vulneran los derechos de la fauna.
Y si el compromiso con la causa es total, entonces el camino es abrazar el veganismo adoptando un estilo de vida que vaya más allá de evitar alimentarse con productos de origen animal. En ese caso, la etiqueta «Vegan-friendly» (amigable con veganos) siempre da tranquilidad de conciencia al salir de compras.