Los derechos de los trabajadores son aquellas facultades y garantías que disponen todas las personas que desarrollan una actividad laboral. Se trata de principios y potestades establecidos por las leyes y que, por lo tanto, varían de acuerdo a cada legislación.
La extensión de la jornada laboral y el salario mínimo son algunas de las cuestiones que se definen en las normativas laborales y que se consideran como parte de los derechos de los trabajadores. Esto supone que ningún empleado está obligado a trabajar más horas o por menos dinero de lo que establecen las disposiciones pertinentes.
Historia de los derechos de los trabajadores
Los historia de los derechos de los trabajadores es muy antigua. Sin embargo, mucho tiempo atrás la realidad de quienes trabajaban era muy diferente a la actual.
Hay que tener en cuenta que los seres humanos comenzaron a repartirse el trabajo en tiempos de la subsistencia mediante la caza y la recolección. Por entonces se trataba de un recurso para incrementar las chances de sobrevivir. Cuando las actividades empezaron a sofisticarse y surgieron las primeras especializaciones, la distribución también se volvió más sofisticada y fueron produciéndose desigualdades y jerarquías.
Poco a poco se adquirió noción de los abusos laborales y así nació un reclamo de justicia y equidad que puede asociarse, al menos en parte, al concepto moderno de derechos laborales. Se cree que la primera huelga para exigir mejores condiciones tuvo lugar en el Antiguo Egipto durante la construcción de la tumba del faraón Ramsés III.
De acuerdo a los historiadores, en el Imperio romano se formalizó la regulación del trabajo mediante un contrato entre el trabajador y el empleador, que de todas maneras era su señor o dueño. Por entonces también surgieron los gremios.
Recién a fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX se consolidó la idea de los derechos de los trabajadores como la entendemos en la actualidad. Tras la Revolución Industrial y con el hacinamiento y la explotación de los obreros en las fábricas, aparecieron los sindicatos y se forjó una conciencia de clase que derivó en numerosos enfrentamientos entre los trabajadores y los dueños de las empresas.
El conflicto social
Luego de la Revolución Industrial y a partir de trabajos de intelectuales como Karl Marx y Friedrich Engels (autores de «El manifiesto comunista», que se publicó en 1848), se fortaleció el socialismo como una ideología o movimiento político que, entre otras cuestiones, reclamaba más derechos para los trabajadores y llamaba a combatir al capitalismo.
Por temor a una revolución, los gobernantes de diversos países empezaron a generar legislaciones a favor de los obreros, intentando reducir la tensión social. Una nación pionera fue Alemania, que promulgó las leyes sobre el Seguro de Enfermedad (1883), el Seguro de Accidente Laboral (1884) y el Seguro contra Invalidez y Vejez (1889), por ejemplo.
Las protestas, de todos modos, fueron frecuentes en muchas regiones. Un acontecimiento histórico tuvo lugar el 1 de mayo de 1886, cuando trabajadores de la fábrica McCormick reclamaban en Chicago (Estados Unidos) una jornada laboral de 8 horas y fueron brutalmente reprimidos, con un saldo de numerosas víctimas fatales. Por dicho suceso hoy cada 1 de mayo se conmemora el Día Internacional del Trabajador y la Trabajadora.
Un avance importante en los derechos de los trabajadores se dio a partir de la Segunda Guerra Mundial, cuando se fortaleció el concepto de seguridad social. De todos modos, por los intereses antagónicos de empleados y empleadores, los enfrentamientos entre ambas partes nunca cesaron, aunque ahora tienden a resolverse en una negociación colectiva o en instancias judiciales.
No se puede dejar de mencionar que los derechos de los trabajadores están reconocidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobó en 1948. Allí se alude tanto al derecho al trabajo que tienen todas las personas y a que dicho trabajo presente «condiciones equitativas» con «remuneración satisfactoria», «limitación razonable» de la duración la jornada y vacaciones pagadas, por ejemplo.
Ejemplos de los derechos de los trabajadores
Tomemos el caso de una joven que trabaja como cajera en una institución bancaria. Esta empleada contrae pulmonía, con lo cual se ve imposibilitada de concurrir a su lugar de trabajo. La muchacha, en este marco, solicita licencia por enfermedad. Este es un derecho que le permite no trabajar hasta obtener el alta médica, percibiendo de todas maneras la totalidad de su salario.
Pensemos ahora en un grupo de albañiles que trabajan en la construcción de un edificio. En esa obra no se respetan las normas de seguridad y el empleador no les proporciona los elementos básicos de protección, como cascos y guantes. Conscientes del derecho a un ambiente de trabajo seguro, le reclaman mejores condiciones al empleador y le advierten que, si les no brinda una respuesta satisfactoria, acudirán al sindicato para que se tomen las medidas correspondientes.
Consideremos la situación que atraviesan un hombre y una mujer en una consultora. Ambos son abogados, con la misma formación académica y similar experiencia. Sin embargo, el hombre recibe un salario mayor por la misma tarea. Por eso la mujer, conociendo que la legislación laboral contempla la protección contra la discriminación laboral, exige la igualdad de remuneración.
La importancia del trabajo registrado
Hay que tener en cuenta que los derechos laborales solo pueden ser protegidos y exigidos cuando los trabajadores cuentan con un contrato formal. Quienes trabajan en negro resultan «invisibles» para las leyes laborales debido a que no hay un registro de su actividad.
Un trabajador informal, de este modo, no tiene derecho a huelga: si decide interrumpir la actividad, su empleador puede tomar la decisión de despedirlo. Como carece de protección contra el despido injusto, no recibirá una indemnización.
De igual manera, alguien puede pagarle a un empleado en negro un determinado sueldo por ocho horas diarias de trabajo. Sin embargo, es habitual que, en la práctica, lo haga trabajar nueve o hasta diez horas. No se trata de horas extras pagadas y el trabajador no posee herramientas legales para defender sus derechos.
El derecho a sindicalizarse, el aporte a la jubilación y el derecho a descansos tampoco están al alcance de quienes trabajan sin contrato formal. En definitiva, estos hombres y mujeres no disponen de protección contra la explotación laboral.