Un disco rígido (también conocido como disco duro en algunos países) es un dispositivo que se utiliza en computadoras y otros aparatos para almacenar información digital. Con respecto a su composición, cuentan con discos que están vinculados por un eje común y que giran en el interior de una estructura metálica, con cabezales de escritura y lectura sobre cada disco.
Desde la creación del primer disco rígido en 1956, estos dispositivos han logrado incrementar su capacidad de almacenamiento mientras caía su precio. El caudal de información que circula por estos días obliga a que los usuarios de ordenadores tengan discos rígidos de gran capacidad para albergar todo tipo de datos, desde documentos de texto hasta películas en alta definición, pasando por música y fotografías.
Componentes y sectores de un disco rígido
Los discos rígidos se comunican con el resto de los componentes a través de una interfaz estandarizada como IDE (también conocida como ATA), Serial ATA, FC o SCSI. La elección de esta interfaz depende del tipo de computadora (si se trata de una estación de trabajo, un servidor, etc.).
La estructura lógica del disco rígido incluye sectores diferenciados. El sector de arranque o Master Boot Record alberga la tabla de particiones, mientras que estas particiones contienen los sistemas de archivos.
Cómo elegir un modelo
A la hora de elegir un disco rígido para un ordenador, hay que considerar el tiempo medio de lectura y escritura (lo que demora en escribir o leer datos), el tiempo medio de búsqueda, el tiempo medio de acceso y la tasa de transferencia (cuánto tarda en transferir datos al ordenador), entre otros factores.
Entre los principales fabricantes de discos rígidos, se encuentran Seagate, Western Digital, Quantum, Hitachi, Toshiba y Samsung.
Diferencias entre los discos rígidos y los SSD
Desde hace ya varios años, los discos duros han visto nacer a su mayor (y quizás, único) contrincante: los SSD, acrónimo de Solid State Drive (Unidad en Estado Sólido). Sin entrar en tecnicismos, se trata de una tecnología muy diferente a la de los primeros, pero no necesariamente revolucionaria en sí misma, ya que no se aleja sustancialmente de las memorias flash o de los módulos RAM. Los entendidos de hardware anticiparon su creación mucho tiempo antes de que fueran lanzados al mercado, sabiendo que el único obstáculo para su fabricación sería el precio.
Aún hoy en día, cuando las unidades en estado sólido son relativamente populares, nadie ha conseguido ofrecer al mercado un producto que pueda competir con los discos rígidos en capacidad y precio. Se apoyan, por otro lado, en su increíble velocidad de lectura y escritura, que supera a la de sus viejos competidores un mínimo de tres veces (son un 300% más rápidos, como mínimo).
Entre otras de sus ventajas, encontramos el ahorro de energía; la razón reside en que no poseen componentes móviles, por lo que utilizan una cantidad de electricidad mucho menor para funcionar. Esto repercute directamente en el calor que producen, el cual es también muy inferior, volviendo los dispositivos móviles tales como notebooks y tablet pcs más cómodos de utilizar cuando están en contacto con el cuerpo. Como si estas dos características no fueran suficientes puntos fuertes, su cualidad de compactos los vuelven mucho más resistentes a golpes y caídas; puesto en números, son un promedio de cinco veces más fuertes.
A primera vista, un ordenador de gama media al que se le instala un SSD puede transformarse de forma impresionante, reduciendo considerablemente los tiempos de carga del sistema operativo y de los programas, y ofreciendo una experiencia en general más fluida y placentera para el usuario. Sin embargo, dada la gran diferencia de precios, favorable para los discos rígidos, la mayoría de las personas se rehúsan a dar el salto, valorando no sólo el aspecto económico sino la mayor capacidad que obtienen con la tecnología tradicional.