El vocablo latino disponĕre se convirtió, en nuestro idioma, en disponer. Se trata de un verbo que refiere a ordenar, decretar o concretar algo. Por ejemplo: “Si la gente me elige como presidente del club, voy a disponer que el ingreso al estadio sea gratuito para todos los socios”, “Los inspectores clausuraron el restaurante por no disponer de salida de emergencia”, “El entrenador ya puede disponer de los jugadores que habían viajado con la selección nacional”.
La acción de disponer puede aludir a la toma de una decisión por parte de alguien con una cierta autoridad. Quien dispone, en este caso, manda o da instrucciones. El dueño de una empresa, por citar un caso, puede disponer que, a partir de una cierta fecha, esté prohibido fumar adentro de las instalaciones. El director técnico de un equipo de fútbol, por su parte, está en condiciones de disponer que los jugadores no puedan acceder a las redes sociales en medio de los entrenamientos y de los partidos.
En este caso, disponer es una acción que denota un cierto poder por parte de quien la realiza por encima de otra, que debe obedecer sus decisiones para evitar una sanción. No importa si se trata de una jerarquía establecida y delimitada de forma oficial, como la que puede haber en una empresa o un gobierno, o bien implícita, como la que apreciamos en la familia: siempre es la figura de más poder la que toma las decisiones que afectan a todas las demás.
Aquí entramos en un terreno un tanto delicado ya que la visión moderna del poder y las jerarquías ha cambiado sustancialmente en las últimas décadas, especialmente dentro del ámbito familiar, pero también en las relaciones formales. Muchas de las actitudes y las acciones que en un pasado no tan lejano eran consideradas normales y necesarias para mantener el orden, al día de hoy son vistas como muestras de violencia innecesaria y condenable.
Disponer, por otra parte, puede vincularse a realizar preparativos o a permitir el uso de algo: “Ya está todo dispuesto para que el partido se ponga en marcha”, “Si lo necesita, puede disponer del salón que se encuentra en la planta superior para reunirse con sus clientes”.
Disponer una serie de objetos materiales en un espacio hace referencia a ubicarlos en determinadas posiciones con una visión general del resultado. Por ejemplo, si disponemos sobre nuestro escritorio nuestro ordenador, los altavoces, nuestros libros, cuadernos y lápices, no importa la posición individual de cada uno sino la de todos en conjunto.
La disposición se lleva a cabo muchas veces para perseguir el orden. Así como en el caso de los elementos sobre el escritorio, también solemos disponer los platos y los cubiertos en la mesa antes de comer, los muebles en sus respectivas habitaciones cuando nos mudamos y la ropa en los armarios.
Con respecto a su principal diferencia con el verbo poner, disponer no suele usarse para hablar de un solo objeto ya que, como se menciona antes, hace referencia a la forma en la que dos o más han sido ubicados: no disponemos un plato sobre la mesa, sino que lo ponemos, aunque sí ponemos o disponemos dos o más. En este último caso, tampoco significan lo mismo, ya que poner los platos no implica un interés por la ubicación de todos sino de cada uno en particular.
Otra acepción de disponer se asocia a tener algo o contar con ello: “Disponer de salida al mar sería muy importante para la economía boliviana”, “Si elige contratar nuestros servicio, va a disponer de asistencia técnica durante las 24 horas, todos los días del año”, “Necesitamos disponer de datos confiables para estar en condiciones de definir qué hacer con el proyecto”.
